Has de saber qué está en juego si optas por renunciar a cualquiera de los becerros que hoy se adoran en tu comunidad. La historia de Sócrates, como alguien ya nos dijo, por ejemplo. Pero a él lo mataron, y no te juegas la vida, aunque sí cómo vas a vivir. Piénsalo. Dentro, por eso está lleno, se vive bien. Fuera también, pero está vacío. No hay fastos ni oropeles; no hay audiencia, no hay focos, no hay premios. Los adoradores se quedaron dentro, bajo sus becerros.
Y no pasa nada. No eres mejor si no tienes becerro, no eres peor si todavía adoras. Sólo has de saber a qué renuncias, si renuncias.
lunes, 23 de diciembre de 2019
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