Algunos que llegaron a la boca de la caverna, afirmaron que estaba tapiada, que no había boca, que no había un afuera, que todo, absolutamente todo, era caverna. A su vuelta lo afirmaron, pero nadie quiso oírlos, nadie quiso creerlos. Otros, sin embargo, nos hablaron de la luz que brillaba afuera, cuando volvieron. Estos corrieron mejor suerte. En lo que todos coincidían, lo que todos sabían, era que habitaban una caverna.
Hoy, la caverna no existió nunca y nacemos con un único relato incrustado en la espalda de nuestros genes, con la garantía de perdurabilidad que eso le ofrece. Ahora que sólo hay afuera sería el momento de enviar a exploradores que encontraran la puerta que aquí nos trajo. Al menos tendríamos la oportunidad de volver a escoger relato: no hay puerta, nunca la hubo o, por el contrario, allá de donde venimos no hay tanta luz, pero hay luz suficiente.
miércoles, 18 de abril de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
De puertas adentro, trazar un plan para encontrar la salida. Reventar la boca de esa caverna oscura. Hay luz, sí, creo que debe haberla allá afuera...
* Que mañana pase usted un día luminoso!
estamos misticos dintinguido Lobo! me parece que los portazos mas de una vez me han dejado un dedo rojo como evidencia del relato. A veces,lo que cansa es la repeticion (léase: absurdo) y lo que siembra la duda es justamente tanta insistencia. Seremos mas de sofoclianos u orwellianos? puede que finalmente no seamos mas que primates soñando con no pagar mas alquiler.
Publicar un comentario