A la deriva es como te encuentras siempre que vuelves de indagar por tus adentros, si entras, claro está, honestamente. Uno espera salir con una nueva clave, esta vez sí definitiva, para solucionar el acertijo en el que se ha convertido, pero no: adentro sólo se esconden claves efímeras, que parece que sí, que esta vez sí, que vas a ver algo aunque sea muy poco algo, pero no, esta vez tampoco.
Puede que todo comenzara la primera vez que entré, la perdida de aquellas bellas palabras que se deshicieron en cuanto las miré cara a cara. ¿Pero cómo no iba a hacerlo? ¿Quién puede fingir en ese encuentro? ("la mayoría, querido, la mayoría" parece que alguien me dice, aunque no sé desde dónde).
lunes, 14 de septiembre de 2015
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