Puede que sea el único escritor que jamás robó un libro y que devolvió todos los que le prestaron. El único para el que estos, y sus lecturas, no fueran pasiones en la adolescencia, que esa pasión llegó después, que primero quiso escribir y que antes de eso quiso posar, y que fue la pose lo que lo llevó a la escritura y esta a la lectura. Y la lectura engulló a la pose. Y el fracaso, por supuesto. Hoy sería un gilipollas si me hubieran publicado mi primera novela.
Puede, también, que sea el único escritor que cree innecesaria una habitación propia. Está bien. Yo la tuve. Pero no hace falta. Lo único necesario, querer y, por supuesto, ponerse. Yo me pongo, porque me pone.
jueves, 15 de junio de 2017
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