Que las cosas que pasan, pasan, es una evidencia. Otra cosa es el relato que las narra, los múltiples decires que compiten por apropiarse del qué, del cómo, de eso que pasa. Y el problema no es, por cierto, que la algarabía oscurezca el acontecimiento, sino que los múltiples decires sean solo variaciones que simulen disparidad pero que apuntalen un mismo consenso. Beber de diferentes fuentes no garantiza que alguna no esté contaminada.
Es la suerte de vivir en Barcelona. Vi lo que pasó y veo lo que se está diciendo ahora que pasó, en ese magnánimo y excelentísimo y respetadísimo templo que juzga una mentira. Y no, yo lo vi.
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