Nos atiborran, ellos, con sugerencias inferidas de nuestra curiosidad y con deseos por satisfacer que desconocemos que deseamos. Nos alertan, los alertadores, del control absoluto, de la prisión algorítmica, de los miles de datos que capturan y de la muerte, anunciadísima, de ese animal libre que un día puede que fuéramos. Parece que el futuro que ha llegado era aquel que se nos anunciaba en las distopías y parece que los agoreros, por fin, descansan saciados. Hemos llegado al final, nos dicen, y ya solo queda que llorar o pacer.
Pero a mí me da que esto sigue siendo un principio, y mientras no olvidemos que el "sí" y el "no" nos pertenecen, aquí seguiremos, como siempre, optando por una libertad que puede más que la naturaleza.
2 comentarios:
Hagámosles creer, pues, que lloramos por la libertad perdida. Nos espían, pero igual no acaban de descifrar nuestro código secreto. Orwell no iba tan desencaminado.
Saludos, Sr. Lobo.
Saludos, Sr. Krust, y disculpe este retraso perdonable. Efectivamente, nos espían, nos espiaron y nos espiarán, situación que convierte en verdad lo que usted dice y que convierte en sospechosa toda justificación. Pero ahí seguimos, ahí seguimos, pocos y sin voz. Pero seguimos.
Salutacions, Sr. Krust
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