Escribir sin tener la necesidad de hacerlo. Escribir, además, sin haber sentido jamás algo parecido a una vocación, a una llamada misteriosa que parece ser se siente en algún lugar interno. Escribir, por último, sin poseer el talento adecuado al medio donde se baten los libros. Pero escribir, al fin y al cabo, porque sí.
Y porque soy un rebelde enfrentado a su naturaleza, que está aprendiendo a descubrir que esto de la literatura es, antes que nada, una llave de libertad.
miércoles, 14 de julio de 2010
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1 comentario:
Hay muchas cadenas y las cizallas se acaban siempre por mellar. Buena suerte en tu escape houdinesco.
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