Bebí, de nuevo, esas aguas que vienen de oriente, sin causarlo: conocí a alguien que bebió, bebe y beberá siempre de esas fuentes. Esta vez, mi bicha pirrónica se encontró con un hombre de fe y salió escaldada en más de una ocasión, con lo sencillo que había resultado, antes, salir victoriosa frente a diversos textos sagrados. Estaría bien recuperar la fe, volver a disponer de un corazón custodiando el azar. Estaría bien poseer, nuevamente, la Verdad.
Pero, por ahora, sigo eligiendo Fuga como única instancia en la que instalarme, y en Fuga somos curiosos y mantenemos la capacidad de admirarnos y asombrarnos ante casi todo lo existente, y sí, respetamos al Buda que nos dice que todo es impermanente, porque en Fuga somos educados y él respetaría que le contestáramos "¿y si no?".
domingo, 5 de septiembre de 2010
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