jueves, 14 de abril de 2011
el individuo y los colores, y una ciudad por construir
Hay cosas en las que todavía creo. Creo, por ejemplo, en las hadas y en los gnomos, en la magia y en la alquimia, pero creo que estoy dejando de creer en ti y en mí y en él, en "nosotros". ¿Cómo puedo creer en "nosotros" cuando me aterrorizan todas las puertas que nos abre? Hemos creído que la realidad siempre empuja hacia la revolución o el sometimiento, a cortarles el cuello o a que nos lo pisen para siempre. De nada nos ha servido el pasado; "nosotros" somos propensos a catapultarnos por la espiral del delirio hacia estados donde reinan las convicciones, y creemos fácilmente en realidades de blanco y negro: hemos despertado del sueño de los benditos y no somos capaces de ver otra salida en el callejón ni que "ellos" también son "nosotros". Estoy dejando de creer en ti y en mí y en él porque no hay "nosotros" que no conlleve guerra, porque esta es su condición de posibilidad, y por eso la política es tan necesaria. ¿Pero dónde están los políticos que llevamos esperando ochenta años?
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