Parece que, finalmente, alguien ha oído el zumbido del despertador que llevaba años sonando. Alguien ha reaccionada a la indignación y ha dicho "basta" y alguien se frota las manos notando que ese "basta" sólo es un cauce de pseudo rabia pronto a desecarse.
El escaparate muestra ahora una rebelión pacífica que pronto será acechada por el hastío. Los medios ya han dejado de apuntar sus objetivos hacia las plazas, es el primer síntoma. Luego se irán las clases medias, como efecto de no verse protagonista en las noticias de su realidad cotidiana y, finalmente, estas mismas clases comenzarán a despotricar del lamentable estado de las céntricas plazas. Entonces llegará la policía, los medios volverán y a los dos días todo seguirá igual que antes del 15 de marzo.
Digo esto porque he estado en la plaza muchas horas y he visto y oído miles de plegarias bienintencionadas, debates encendidos, ambiente lúdico y festivo. Pero... ¿Cuántos de nosotros volveremos cuando la fiesta finalice y comience la batalla? Es posible que estemos indignados; falta saber en cuántos de nosotros ese estado de indignado lo ha colocado en un punto de no retorno, en un punto de firme voluntad de no querer que todo siga igual, de no permitir que todo siga igual. Por mi parte, estoy indignado conmigo mismo porque no quiero que todo siga igual, pero sé que no tengo la valentía necesaria para impedir que eso pase.
martes, 24 de mayo de 2011
miércoles, 11 de mayo de 2011
Seguir el impulso, aunque Demócrito errara
Escribir tres páginas del tirón -ya veremos las frases que luego sobreviven- en el desierto que me obliga a recorrer mi última novela es como recibir un regalo salvífico de algún dios antiguo que quizá busque recuperar con ello su culto. No será el caso, pero la llegada de ese klinamen y la nueva ruta a la que me empuja puede que me facilite seguir adelante.
Seguir adelante, seguir avanzando, seguir picando, hasta que llegue un momento en el que, con sorpresa, aparezca el punto final... otro punto final. Y luego, en ese preciso instante, una nueva historia iniciando su trayecto en un nuevo libro en blanco, esa que ahora todavía no sueñas pero que seguro ya se está gestando. Pero vayamos por partes, no perdamos el impulso...
Seguir adelante, seguir avanzando, seguir picando, hasta que llegue un momento en el que, con sorpresa, aparezca el punto final... otro punto final. Y luego, en ese preciso instante, una nueva historia iniciando su trayecto en un nuevo libro en blanco, esa que ahora todavía no sueñas pero que seguro ya se está gestando. Pero vayamos por partes, no perdamos el impulso...
domingo, 8 de mayo de 2011
el hambre en los confines del arte
Sellé hace años un pacto conmigo mismo para enterrar cualquier muestra de indulgencia. Eliminé todos aquellos lastres que me habían servido para perdonarme. Abrí los ojos -o puede que entonces fuera cuando los cerrara- y ya no quise poner un algo responsable de mis fracasos ni de mis éxitos. ¿Éxitos? ¿Fracasos? El éxito y el fracaso están reservados para los que no se cobijan, como yo, bajo el amparo de la seguridad social. Ciorán llegó a Francia y se puso a recorrerla en bicicleta: yo hubiera guardado turno en la cola de los que luchan por su jubilación. ¿Luchan? Lucha quien pone en juego su vida, o más aún, su honor. Mi honor se mide con los recibos que alcanzo a pagar gracias a mi nómina asegurada.
Pero, ¿cómo llegué hasta aquí, quién fue el responsable? Yo, el mediocre, todo el mérito es mío.
¡Aleluya!
Pero, ¿cómo llegué hasta aquí, quién fue el responsable? Yo, el mediocre, todo el mérito es mío.
¡Aleluya!
viernes, 6 de mayo de 2011
viaje al fondo de la paz
Después del asesinato del asesino, el puñal que busca sangre sigue su curso por este occidente viejo y desnortado. Conocemos tan bien su gusto que enloquecemos cual jauría desbocada cuando esta se presenta. Sí, hemos inundado nuestras ciudades con gritos de "no a la guerra", pero nunca supimos que sólo los dioses consiguen materializar su verbo -uno dijo: "Hágase la luz", y la luz se hizo-. Nosotros gritamos y gritamos "no a la guerra", pero las guerras no dejan de sucederse, una tras otra. Guerras de primera generación, de segunda, ahora vamos, creo, por las de cuarta generación, que son esas en las que no vemos al enemigo; las que se declaran sin necesidad de que éste exista. Porque, en realidad, el enemigo está aquí, y se llama ignorancia, miedo, ansia, odio, rabia, envidia... y es para exorcizar nuestras taras que alguien manda combatir contra alguien y alguien muere. Esa sangre es la que pretende redimirnos y hacer justicia, pero, seamos honestos, esa sangre nos convierte en asesinos.
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