El sobresalto en la aquiescencia, algo extraño junto al asentimiento cotidiano, el susurro de un primer "no" bajo el mismo "sí" de siempre... el gesto de disgusto que no reconoces en la mansa tez domesticada.
Puede que eso sea la primera arena que anuncia la duna que anuncia el desierto, puede que eso sea el anuncio de un nuevo punto de no retorno.
Seguir igual... ya siempre la amargura. Gritar ahora "basta" es, quizás, volver a apostar por la risa, y también blindarla ante la frustración y los apóstoles de la frustración, que venden y regalan y dispersan lágrimas del llanto que les produce haber asfixiado el festín que se estaban dando... ¿Y nosotros? ¿Y yo? Participando de sus migajas, y corriendo el riesgo de llorar con ellos por el final de mis migajas... ¡Despierta, el cielo está tras las migajas!
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1 comentario:
Lo que importa está más allá de esas migajas que barremos con los dedos. Gran reflexión.
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