Hace un tiempo, por estos lares digitales, expresé mi desprecio a los agoreros adscritos al "niñobecerrismo de la catástrofe", la actitud de los que se excitaban dando eco a cada nueva muestra del desastre colectivo. Eso delataba un cierto grado de misantropía que alimentaban azuzando el desánimo y deseando y animando a la organización de rituales de llanto general.
Siguen lanzando sus proclamas, siguen interpretando los aconteceres desde una tendencia que todo acontecer posibilita, su deriva hacia el abismo. Olvidan, y para recordarlo hago esta entrada, la otra tendencia, la que dice que todo acontecer puede abrir las puertas del paraíso que nos rodea y que está dentro nuestro. Por ejemplo, todo acontecer me acontece, luego estoy vivo.
lunes, 19 de marzo de 2012
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