Es la segunda vez que me pasa. Es la segunda vez que la historia que estoy narrando se ve asaltada por otra y se detiene, a esperar que pase, es decir, a que la escriba. Hace unos años (¿cuatro, seis, ocho?) comencé a escribir "El club de los sicarios". Por causas que se me escapan (¿las hay?), otra historia la paró, y la mantuvo parada hasta que escribí esa otra historia. Ahora me ha vuelto a ocurrir. Hace un tiempo que vuelvo a narrar fuera de "El club de los sicarios", que vuelve a esperar. Sé (esas cosas se saben) que volveré cuando concluya lo que ahora estoy escribiendo.
Me sorprenden estos dos desvaríos con forma de novela mientras escribo una novela. En cierta manera, reproduce un absurdo. La ventaja del escritor ante el filósofo es que al primero este absurdo le llama la atención y punto, mientras que el segundo lo convierte en metafísica que ofrece al mundo en jerga trufada de papanatismo, perdón, de academicismo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Supongo que fue la historia de vivir la que confinó a los sicarios a un stand-by provisional. Recuerde usted que esa siempre es la más importante, entre otras cosas es la que le dará las fuerzas y el tiempo necesario para volver a inscribirse (escribirse a usted mismo) en el Club. Endavant!
Publicar un comentario