Cada vez cuesta más encontrar algo que refute el certificado de defunción de la novela. Como herramienta que nos traslada por el ocioso tiempo descarnado, ahí no hay problema, sigue viva, pero como punta de lanza que se aventura más allá del misterio inexistente, como material que se conjura para construir el otro lado, ahí es donde cuesta encontrar algo. Y es que la mayoría escribe hoy como respuesta, y pocos (yo no los encuentro) para concebir nuevas preguntas.
Me gusta entretenerme con la novela (¡Vaya si me gusta!), pero reivindico desde aquí la vuelta de los escritores para los que escribir era aventurarse en la creación de un pelo del misterio, aunque en un tiempo de becerros de oro a tres por dos ya nadie los necesita. Yo tampoco, y por eso reivindico su vuelta.
domingo, 19 de julio de 2015
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