Toda novela es el eco sordo de una época y, de hecho, el eco sordo de todas las épocas que confluyen en la prosa y la imaginación del escritor. Y no porque estos tipos, los escritores, sean receptores excepcionales del tiempo y de su pasar, sino porque toda mirada viene preñada de todas las miradas anteriores, llámese a eso efecto "historia", "cultura" o, como algún metafísico hace, "espíritu del pueblo". Me preguntaron una vez si mis novelas estaban bien documentadas. "No, por supuesto", contesté, "para qué". ¿Para lastrar la prosa? ¿Para velar el eco sordo que alguna vez, quizá, sea capaz de escuchar?
Si además del ocio y del placer estético busca usted en la novela otra cosa, "un pelo del misterio", el volumen de documentación consultada para escribirla es irrelevante. Se lo digo yo y, supongo, alguien lo habrá dicho mucho antes y mucho mejor que yo.
martes, 31 de enero de 2017
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario