Es tanto el ruido que han levantado los asuntos de las polis en conflicto, y es tanto el ruido de los conflictos internos en la gestión de esas polis que uno se descentra, y es perdiendo el centro cuando se enmudecen los resortes que a uno lo hacían pensar a lo grande o, mejor, en lo grande: no en mi vida, la tuya o la de aquel, sino en la vida y en la muerte, no la mía ni la tuya ni la de aquel, y en la belleza y en el arte y en la filosofía y en la literatura, y en todo lo que siempre estuvo y siempre estará (fuera de toda utilidad, por cierto) más allá y más acá de repúblicas o naciones.
Afectado por la polis y el griterío, sí, pero recordándote que eres mortal, que eres un escritor fracasado y que ese tu fracaso te salva y te impide gritar, y sí reír y llorar, y cantar, y danzar, y pensar... en silencio.
lunes, 4 de junio de 2018
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