Si te ves en riesgo, entonces, amigo, estás pensando, porque pensar sin riesgo es no pensar, sino permanecer en lugar conocido, acomodado entre los almohadones de la convicción, sujeto, ligado a un mástil cuyo valor le viene por llevar mucho tiempo ahí y por nada más. Pero pensar es soltarse y saltar hacia un abismo del cual desconoces si hallarás asidero y sí, puede que no lo halles y, por lo mismo, te libres a un vagar perpetuo. Por eso pensar es correr riesgos, la locura o la soledad uno de ellos, pero hay otros, la batalla, por ejemplo, o el desconsuelo.
¿Por qué, entonces, hacerlo? Porque sí, porque hay que moverse, porque la convicción mata, también de aburrimiento.
martes, 27 de noviembre de 2018
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