Tienen su parte honorable las proclamas a volver a correr contra esa pared que apenas se movió cuando la golpeamos con nuestras cabezas, que abiertas todavía no han cicatrizado, si no fueran un nuevo farol. Esta vez, además, se conocen las cartas y el farol es un suicidio. Por lo mismo, volver como si nada hubiera pasado es una estupidez. Hay que asumir que se perdió, vérselas con la derrota, qué se hizo y qué no y preparar, sin prisa, un nuevo escenario para los que vendrán. La prisa y, de paso, la alta probabilidad de martirio sólo es inevitable ante neveras vacías, y no es el caso, no aquí.
domingo, 11 de abril de 2021
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