Se pierden los matices, los dispersos se han ido agrupando y ya sólo queda un conflicto que enfrenta de manera cada vez más soez dos verdades antagónicas. Y es verdad que ellos, dicen unos, son unos malvados, y es verdad que unos, dicen ellos, también lo son. Y es mentira y falso todo lo que ellos dicen, dicen unos, y también es mentira y falso todo lo que unos dicen, dicen ellos. Y así con todo. Y miras con sorpresa los codazos que se propinan para ocupar el espacio tras las pancartas, unos frente a otros.
Y bueno, es así, todos están muy contentos con sus enfados, aunque, en realidad, no todos. Si a usted le pasa como a mí, que todo eso le huele a mierda, es probable que esté fuera, pero recuerde que puede que lo que pase es que está más adentro que nadie.
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