lo difícil es aceptar verdades que suponen costos, pero hay que tener cuidado con confundir "dificultad" con "imposibilidad", porque eso nos ata de por vida a comer en la mesa de los chiquillos. A ellos, que somos todos, se dirigen los políticos, esos salvadores, sobretodo cuando hay urnas de por medio.
¿Por qué nos hablan del hombre del saco, del ratoncito pérez, de los malos y de los malísimos, de la caca, el pis, las piruletas y las golosinas? No sé si todos, pero la mayoría de los electores ya cruzan la calle solitos, van solos al lavabo y su sudor riega lo que comen, y pueden aceptar y comprender verdades por difíciles que sean. O puede que no, puede que esos que nos hablan seamos también nosotros y que todos sigamos en el jardín de infancia, peinando canas con más miedo que nunca, esperando, solo esperando.
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