Diversas las gentes que nos rodean y diversos los campos de juego. Algunos parecidos a los nuestros, otros muy diferentes. Y, sin embargo, parece que no se advierte semejante obviedad, ni tampoco que eso aparezca en el interior de cada una de las urnas con las que recordamos que nuestra es la soberanía, nuestra la responsabilidad y que no hay otra que seguir compartiendo esta tierra que es de todos y de nadie.
Y es verdad nuestra verdad, y también es verdad que a la nuestra se oponen verdades antagónicas, y es verdad que todas las verdades mienten en cierta manera, y que hay miles de banderas, miles de razones, miles de causas además de las mías, y por eso la democracia es vivir en crisis permanente, yendo de disenso en disenso. Y sí, podemos negar el saludo a los bárbaros, pero también suya es la soberanía y suya la responsabilidad y, por mucho que nos disguste, todos formamos un mismo nosotros.
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