Sería un placer poder leer los libros de historia que hagan con nosotros el día de mañana. ¿Quién los hará? Puede que aquellos que ahora sufren un dolor que, en parte, hemos causado nosotros. Dirán que caímos agotados y sebosos, que el ansía de golosinas acabó con nuestra curiosidad y que ni siquiera los disidentes fueron capaces de mantener su alegría.
Si, por contra, salimos de esta, dirán que fueron tiempos donde los ajustes causaron conflicto, mientras calaron en todos nosotros y se asumió la imposibilidad de que una sociedad tuviera clase media. Y es que nos han enseñado que las utopías son utopía, y nos lo hemos creído: ya no queremos vivir sin collar, ya no sabemos, ya no podemos.
Bueno, quizá podamos aprenderlo. Otra vez.
sábado, 11 de febrero de 2012
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