Las palabras que se oyen, aunque uno quiera escucharlas, o las que se leen, aunque más que leerlas se les arrebate la porción de alma que transportan, ayudan a desembrozarse, pero poco más. Uno sigue siendo esa pieza que no acaba de encajarse. Los sucesos que nos suceden y lo sucesos que provocamos, los actos con los que reaccionamos y los actos que iniciamos, bueno, me dicen que ahí sí, que esa es la clave, la herramienta que nos llevará a la conexión.
Quizá sí. Encajarse, conectarse, sintonizarse, llegar al punto de la no contradicción. Ah, era eso, la no contradicción... ¿De eso huyes? ¿Ya te has rendido? ¿Al mono que escribe le asusta la contradicción?
Y aún así, hay que ser coherente, tú, cuya naturaleza es la incoherencia...
domingo, 18 de noviembre de 2012
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