Todo acontecimiento que afrontamos nos transforma, nos hace crecer. ¿Nos hace crecer? Uhm, no exactamente. "Crecer" parece que implique avanzar, progresar, acercarse a algún sitio que como meta espera la llegada de algunos elegidos. Pero ahora ya sabemos que el puente que parece construirse tras la transformación que ofrece todo acontecimiento no lleva a ningún sitio, o sí. Puede que sí, que esa transformación nos lleve al interior de uno mismo, lo que significa bien poca cosa.
Así que lo único que puedo decir es que salimos otro tras afrontar un acontecimiento, que eso ocurre continuamente y que, por lo tanto, nunca somos lo que somos, sino un otro incomprensible. ¿Pero nada permanece en el proceso? Uhm, sí, algo permanece... así que el acontecimientos nos transforma, pero no tanto, o no absolutamente... O sea, hay un yo receptor de la experiencia. Bien, ya tengo una metafísica.
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