Otra es dejarse llevar, fluir. Algunos, bajo mantos de colores o palios trascendentes, nos dicen que no hay que revolverse ante el suceder de las cosas que suceden y que, por lo tanto, nos suceden. A pesar de la gran acogida de esta postura en los que adoran la India tomando té en sofás de Cafés nocturnos iluminados por los focos de su cosmópoli, dejarse llevar es entregar las riendas al comandante de una supuesta realidad que se encuentra justo en la frontera del cielo que nos cubre.
Pero la rebelión es porfiar precisamente contra el inevitable suceso que sucede y que nos sucede; es ser arrastrado por el acontecimiento, pero mostrando en tu cara el gesto de la derrota y no la sonrisa estúpida del que se exculpa al amparo de unas pésimas circunstancias.
Rebelarse es, quizá, luchar contra las circunstancias, infructuosamente.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
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