Me asomo de nuevo, no sé si al abismo o a una simple ventana (uno ya no sabe si su pensamiento vuela o no se alzó jamás del suelo -o lo sabe perfectamente-). Vamos allá: el misterio del Universo se encuentra en un fondo inhóspito donde reina el desconcierto. Habitar ese desconcierto, vivir ese desierto, impávido y con cierta socarronería, es el destino al que uno se entrega si opta por buscar ese misterio. Impávido y socarrón, ¿cómo, si no, vivir en ese deseo sin esperanza?
¡Alto! Alguien dijo que la búsqueda solidifica tarde o temprano en un tesoro que al verse se grita "¡Aleluya!". ¿El misterio del Universo? Bah, palabras, palabras, palabras... Seguimos necesitando cuentos, como cuando éramos niños, pero ya no somos niños.
domingo, 30 de diciembre de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
¿Hemos desaprendido a volar? ¿Cómo queremos volar si ya no tenemos... valor?
Tiene usted razón. Habrá que hacerlo desde la cobardía, primero a ras de suelo, luego puede, quizá, quién sabe... No, no, no. Tiene usted razón.
Publicar un comentario