Son tantas las ansias de respuesta, tanto el deseo de encontrar sentido en los sucesos que suceden, que vivir se ha convertido en una continua sucesión de anhelos incumplidos. Sólo hay que mirar los rostros de los adultos que nos circundan, y oír el largo lamento en el que andan inmersos; hay que mirarse en el espejo sin cerrar los ojos, y oírse en silencio -queja, queja, queja. Sí, también tú eres un llorante, un suplicante de respuestas...
Habrá que comenzar por el principio, pero ni siquiera somos capaces de preguntarnos "¿Cuál era el principio?" y, mucho más grave, aún llegando a ese ¿cuál?, seríamos incapaces de mantenerlo abierto, siempre abierto, y anhelaríamos darle una respuesta. Es decir, no hay salida, o hay demasiadas salidas.
jueves, 20 de diciembre de 2012
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