Hacia atrás todo son barcos naufragados y hacia delante barcos por naufragar. El recuerdo de las batallas ya perdidas y también de las batallas que perderás es claro y evidente, como también lo es el rancio olor que desprenden los desastres cotidianos. Y, sin embargo, insistes con un nuevo farol que todos ya han calado; marcadas están las cartas, de la misma manera que lo han estado siempre. Y lo sabes porque, en realidad, lo has sabido siempre. Pero no importa, o sí, qué más da, hay que defender ese farol hasta el final.
¿Quién sabe? Quizás esta vez... Voilà, el "bien precioso con el que debe uno encantarse a sí mismo", querido Critias.
domingo, 18 de diciembre de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario