sábado, 28 de noviembre de 2020

aforo ilimitado con sesgo de indefinición

 Hay miles de tús tras ese tú que ves. Miles de fragmentos revolotean y chocan entre sí mientras le hablas y mientras te habla. Luego piensas cómo puede entenderte nadie si tus propias palabras escapan de ese mismo galimatías. Todo lo que sucedió, te sucedió, y se mantiene ahí adentro compitiendo sutilmente por definirte. Y en el continuo las definiciones se superponen y se entrelazan, y podrías pensar que eso forma el tú que ves y el tú al que hablas y te habla, que el tú de afuera y el tú de adentro son uno y el mismo. Sí, esto podría ser. Pero no es mi caso. El yo que mira y el yo que habla y el yo que escucha es uno que se esfuerza, y a veces consigue, en ser mejor que todos los yos que quedan dentro, empanados o coléricos, y que si te entiendes, es posible hacerte entender.   

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