Todos los tiempos son tiempos de literatura. Pero el que está sucediendo con nosotros -o, mejor, en el que nosotros estamos sucediendo- la ha convertido en la única herramienta con la que otear un horizonte posible hacia el que dirigir un posible rumbo. Ensayándonos en las novelas desechamos el error que presenta toda incertidumbre. Luego nos equivocamos igualmente, pero es un error que trae consigo una experiencia adquirida vete tú a saber dónde, cuándo... ¿Aquel verano con La Regenta, Ana Karenina y Madame Bovary? ¿Aquellas cuatro tardes intensas con La Cartuja de Palma, Rojo y Negro y Mientras Agonizo? ¿Fue antes, mucho antes, con Sábato y Kundera?¿O después, mucho después, con... Sábato y Kundera?
No sé. Lo cierto es que he vivido muchos seres errados como para no haber aprendido algo. Por ejemplo: hay que inventarse un horizonte. Por ejemplo: hay que fijar un rumbo. Por ejemplo: el rumbo nunca te llevará al horizonte. Por ejemplo: no importa, hay que remar.
miércoles, 6 de julio de 2011
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