jueves, 6 de noviembre de 2008
ultreia
A pesar de todos los que quieren gestionarnos con dulces voces que parecen susurros, y a pesar de todos los asnos que simulan sus rebuznos parapetados tras sólidos cánones, uno se mantiene haciendo como que no oye, haciendo como que no ve. Pero oye, y ve, y cada vez entiende menos lo que está ocurriendo y no sabe si es él o es el resto, pero uno de los dos está equivocado. Y el pánico aparece en esos momentos en que uno sabe que no es él, que son el resto los que firmaron, hace años, el certificado de nuestra defunción.
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