miércoles, 30 de diciembre de 2009

alquimiau miau

Uno (yo) y todo. De mí dentro de todo, otros escriben. En realidad, de mí dentro de todo, todos escriben. De todo dentro de mí, sólo yo escribo: busco el noumeno del mundo. No, mejor: busco el noumeno de mi mundo, el sentido. ¿El sentido? ¿Busco? ¿"Escribo para buscar el noumeno de mi mundo"? ¡Joder con la vanidad!

domingo, 27 de diciembre de 2009

Agamenón y su porquero

Fuga viene cada vez más a menudo. Antes no tanto. Pero ahora, conforme las cadenas van rebelándose, Fuga es mi mar del sur ligándome más y más al sueño de la huida. No son los parajes que presagia, sino su silencio lo que me embriaga, alejado de las verdades que imperan en mi caverna. ¿Cómo no embriagarse con habitar en un lugar donde "las técnicas descriptivas" sean llamadas, por ejemplo, "descripciones" y las "técnicas explicativas", "explicaciones"? ¿Cómo no anhelar un mundo donde las palabras remitan a objetos, propiedades o acciones y no a laberintos oscuros y alambicados que perpetúan la farsa? La farsa, sí, la mascarada construida merced a un uso interesado de vete tú a saber, que se empeña en perpetuar el dominio

viernes, 18 de diciembre de 2009

Auschwitz

Cuidado con aquellos que se piensan mucho lo que van a decir, los que sufren por dar con la forma adecuada. Puede que escondan a un adorador fanático de la razón, que sea un rechazador de los sentimientos, de las pasiones, de los que teme la potencia salvífica de las emociones; en definitiva, puede que sea un castrador que suspira por un hombre racional y sin contradicciones. Es decir, por un hombre inexistente. Cuidado, existe esa posibilidad.
Otra es que sea alguien súmamente cortés, o un escritor preocupado por embellecer su mensaje. Por eso, si el que se piensa mucho lo que va a decir es, además, alguien vestido con algún tipo de complejo, entonces no hay duda, huye, porque no va a consentir tu alegría y va a matarte.

martes, 8 de diciembre de 2009

el dulce muro de algodón

La historia que narro se (me) fue. Los personajes se niegan a seguir caminando y contra eso nada sé hacer. Es como si temieran llegar al destino que sus acciones ha ido trazando. Si fuera uno de esos mediums que narran al dictado de una necesidad misteriosa, ya tendría un punto final. Pero yo escribo porque quiero y no al dictado de dioses ni para emitir buenanuevas; nada, que no sea mi propia querencia, me empuja a la página que está por escribirse, y nada, que no sean los personajes, me indican por dónde ir tirando. Y ahora estos han desatendido su futuro y aunque quiera y quiera no soy capaz de moverlos.
Ya estuve así en otras ocasiones, pero la experiencia de la desesperación pasada (desesperación, es cierto, acaramelada) no evita la presente. Eso sí, otorga el consuelo de saber que, tarde o temprano, podré seguir, siempre que mi querencia siga intacta. Pero, ¿cuánto podré seguir en la querencia si la ausencia se perpetúa?

miércoles, 18 de noviembre de 2009

antropología poliédrica

No hay más técnica narrativa que exponerse, que indagarse, que salir. La novela no es un lugar de técnicos. Sí, si se quiere aparecer en las librerías. Hay miles de trucos, de efectos, de máscaras para conseguir engatusar al lector, que casi no haga esfuerzos. ¿Pero quién, a estas alturas, piensa en "el lector"? No yo, por supuesto. Bastante tengo con conseguir que mi voz se explique como para pensar en que sea digerida con facilidad por ese compañero desconocido. Faulkner no pensó en mí cuando escribía. Ni Handke. Es cierto que otros sí lo hicieron y me facilitaron el camino, y se lo agradezco. Y ahí están, ya se pueden regalar. Pero esos otros, esos siguen ahí, exigiendo un nuevo trayecto, porque si uno se indaga y sale, sale el Hombre o la Mujer, al completo, y cada nueva lectura te acerca más al misterio y lo hace más impenetrable.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

conjuro

Las hojas en blanco que están por escribirse, puede que sean ellas. La historia está casi contada. La acción se encamina al punto final; 30, 40, 50 hojas, no más. Ya casi está, ya casi está. Pero ese "casi" me está matando. No sé cuántos meses llevo en ese "casi". Releo y releo, pero no avanzo una puta línea desde no sé cuántos meses. Ya he estado así otras veces. Sé qué es, cómo es... cómo duele. Me repito que ya vendrá, que es el último obstáculo que debemos sortear los creadores y que debo ser paciente. Y lo soy. Espero, provoco, tiento, "ya vendrá, ya vendrá", pero pasan los meses y no llega. Y es que escribir también es desesperar, pacientemente.

domingo, 25 de octubre de 2009

primus fracasare, deinde fracasare

Buscamos el aplauso, la admiración, el comentario: la bicha que llevamos dentro se alimenta con babas de aduladores, con la aquiescencia del prójimo y del no prójimo. Se corre el riesgo de buscar sólo eso. A nuestra vanidad le basta con ofrecer algo bonito, entretenido, emocionante. Con ello obtiene su botín.
Sólo el fracaso continuado permite obrar bajo otros dictados. Cuando no hay aplausos, ni admiración, ni comentarios, la bicha se adormece y es entonces, sólo entonces, cuando puedes elegir, por ejemplo, qué clase de escritor ser y disponerte a dar el salto -trascender los reinos de lo bonito, de lo entretenido, de lo emocionante... salir del escaparate.
No estoy haciendo la historia de un lamento, sino una exégesis de mi genealogía -de cómo el fracaso me hizo llegar a un lugar que por mi mismo jamás hubiera alcanzado, un lugar que se opone a la omnipresente Fingida donde busco, con ahinco, con anhelo, con paciencia, dar nombre a eso que no tiene nombre y que exige un nombre diferente al que otros, antes y ahora, ya le han dado.

jueves, 22 de octubre de 2009

éxito

Que no vengan a decirnos que escribir es padecer, la respuesta a una llamada interior y necesaria que obliga a una especie de parto doloroso. Que no vengan con el horror vacui de la página en blanco, con el esfuerzo y el sacrificio necesarios para garabatearla. Que no vengan con milongas ni nos hablen de vocación. Todo eso forma parte de los balbuceos que exige el espectáculo, los añadidos que exige el negocio. Escritores con caras de autosuficiencia exponiendo la altura de su pensamiento y el tremendo esfuerzo que realizan para alumbrarlo. Mercado, venta, éxito... ¿Éxito? El éxito es sobrepasar la cima de tus limitaciones, ir más allá de los contornos que marcó tu naturaleza, saltar por encima de tus necesidades, enfrentarte a cada una de tus miserias. En mi caso, el éxito es escribir y, además, hacerlo cuando a nadie le interesa que lo haga.

miércoles, 14 de octubre de 2009

elogio de la soledad

Sin moral de suburbio, así ando últimamente -sin momentos en los que beber las copas de un trago.
Anoche, por ejemplo. Anoche conocí a un tipo que juró haber cenado con Tom Waits. Me dijo que, en realidad, Tom era mudo, y que esa voz con la que recitaba, falsa: un pequeño motorcillo incrustado hábilmente en su esófago por un cirujano conocido.
Para romperle la boca. No por Tom Waits -allá él si cena con gente indiscreta- sino por esa asquerosa moral de misionero que se toma el derecho de incordiar tu soledad.

jueves, 24 de septiembre de 2009

mitofísica

Nací y vivo en Barcelona, pero espero morir en una choza levantada con mis manos más allá de la última frontera, escuchando a Leonard Cohen -everybody knows, por ejemplo- y leyendo un diálogo de Platón -el Fedón por ejemplo- o una novela -cualquiera de Kundera-, con el recuerdo imborrable de la manada a la que cobijé y, sobre todo, preguntándome por qué escribí siempre -igual que comí, bebí y dormí- con la grandeza de saber que podría no haber escrito y no habría muerto.
Ahora bien, uno suele morirse cuando menos se lo espera, en un hospital ruidoso, en la calle o, mucho peor, cuando duerme y nada anunciaba que no despertaría. En todo caso, la realidad -a la que respeto y acepto- no puede borrar imágenes como las precedentes.

viernes, 18 de septiembre de 2009

el miedo

No dejarse embaucar por construcciones terroríficas -no sucumbir al miedo- es uno de los eslabones, el más grueso, que hay que romper si uno persevera en liberarse (¿de qué, de quién? ¿de uno mismo?).
El miedo ancestral a la finitud de los propios días al menos se tradujo en la creación de dioses de todo pelaje; era un miedo creativo. Ahora, por intereses que deberían sernos del todo conocidos, los nuevos miedos no buscan más que paralizarnos y entregarnos a los poderes salvíficos de papá Estado, que nos quiere en el wu wei de la indefensión, acojonados, a expensas de su caridad en forma de, por ejemplo, vacunas o ajustes presupuestarios.
Yo, que luzco nariz roja de pallaso gracias a no haber podido lucir corbatas de armani, también tengo miedo, a nada y a nadie, pero sigo serrando ese eslabón y puede que algún día consiga romperlo, si los guantes de hierro con el que cubro mis manos -no vaya a ser que pille una infección que me active algún gen de esos que producen cáncer- me permiten seguir sosteniendo la sierra.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

elogio de la ausencia con final feliz

El escritor escribe y debe esforzarse por matar a la puta vanidad que lo obliga a mendigar dosis de atención en esa tribu de negociantes conocidos como "agentes literarios" o, todavía peor, en esa otra que, como un favor, hará pública tu novela. A cambio, ponga usted cara de interesante y acuda a promocionarse, no sea que ni dios compre lo que hemos hecho público y sea usted un negocio nefasto.
Yo, que todavía no maté a esa puta, escribo, y les digo a todos esos que se supone aparecen cuando acaba nuestro trabajo: "Váyanse a la mierda".

miércoles, 9 de septiembre de 2009

el eterno retorno de lo mismo -2 (ó 3, o más)-

Haber quedado fuera y no haber sucumbido al abandono ni al cinismo, además de no envidiar ya primeros puestos, ni últimos, y haber dejado de pelearme por las guindas y por las migajas es, para mí, el principio de razón suficiente.
Seguir en esto, ya para siempre desde fuera, y no poder ni querer dejar de preguntarme porqué, es el motivo -ahora lo sé- de que este escritor de novelas lo sea, también, del blog "escribo porque quiero".
Efectivamente, escribo porque quiero, pero, nuevamente, ¿por qué escribo?

viernes, 28 de agosto de 2009

núcleo

Entreveo las sucesiones que están por venirse, ahí, en mi novela, pero estoy seguro de que cuando me disponga a narrarlas las letras me alejaran de ellas y me ofrecerán otras nuevas que, a su vez, me harán entrever otras sucesiones, otro relato que, sin embargo, seguirá siendo el mismo.
Podría dotarme de mando, marcar el rumbo, marcialmente, pero entonces me convertiría en un dirigente poseedor de una doctrina, un dictador, y no en alguien paciente que espera encontrar al menos un conocimiento con el viaje: es ese que seguirá siendo el mismo en todas las sucesiones que se dieron y en las que no se dieron y que apunta a uno mismo.

lunes, 24 de agosto de 2009

el púlpito

Las palabras, esas golfas vestidas de inocencia que esconden siempre un fusil, aguardan sumergidas en el ruido de los tiempos, preservando su levedad. Sólo los que escribimos nos adentramos en sus habitaciones a vérnoslas con la jauría, y cerramos los ojos y cogemos lo que podemos, y volvemos a revelar lo que allí encontramos.
Escribir cosas como estas es lo que me hace pensar que, en el fondo, soy un negador de la vanidad que no puede dejar de alimentarla, vorazmente. "¿Volvemos a revelar lo que allí encontramos?" Eso he escrito, como si fuera un adolescente de cortejo. Como si escribir fuera evangelizar.
Recuerda, escritor: escribir es escribirse, y después leerte, si llegas a viejo.
Recuerda, escritor: eso basta.

martes, 4 de agosto de 2009

el jardín

Ya no se trabaja para silenciar a los que disienten; ya no hace falta. La sombra de la mazmorra basta: la oscuridad, el silencio. Nos han encorsetado con tantas amenazas creadas a los antojos divinos que trocamos libertad por seguridad, el nuevo vocablo, el nuevo anhelo. Y ahí, mágicamente, aparece el ángel guardián del Estado para proporcionárnosla, a destajo.
Pero uno, una vez catada la potencia creativa de la incertidumbre, no quiere ya un ángel guardián tan excelso. Y es bien sabido que esa potencia se maximiza junto a la oscuridad, junto al silencio, y que la mazmorra se trueca en jardín, si se consigue salir de la reverencia.

jueves, 23 de julio de 2009

desmentira

No, los que escribimos no lo hacemos para lucirnos, para boquiabrir las jetas del prójimo; no somos pirotécnicos y no aspiramos a ofrecer emocionantes fuegos de artificio.
La historia que escribimos nos es igual de desconocida que al resto; aspiramos a que nos cuente cosas de nosotros mismos que de otra forma permanecerían siempre ocultas.
Pero no es un psicoanálisis sino algo mucho más serio y divertido que nos cuenta una verdad, un desengaño.

miércoles, 8 de julio de 2009

libación

Es la consciencia en el tiempo cuando pasa lo que hace saber que se está vivo. Lo otro es iluminarse, nirvanearse, orientalizarse... huir. Ahora bien, ser consciente del tiempo en ese preciso momento convierte la vida en un saber, en un objeto de pensamiento, lo cual también es una huida.
Por lo tanto, la vida de uno, su efimeridad, se debate entre huida y huida, y de ahí que todo sea desconcierto.
¿Y? Y nada, poca cosa, que a mí escribir me ha enseñado a chupar suavemente ese magma.

jueves, 11 de junio de 2009

el timón de Fingida

En Fingida se ha puesto de moda lo correcto, la moral de la servidumbre a un poder que lo quiere todo aséptico. Los fingideses, agradecidos, andamos alucinando con la abundancia de espectáculos que se nos brinda. Y callamos, no por deserción o huida, sino por la admiración que el simulacro nos causa. Ni siquiera nos queda ya la excusa de la ignorancia; también nosotros accedimos a la cultura. La derrota fue no ver que esa cultura que pusieron a nuestro alcance era cultura dirigida y directora.

martes, 2 de junio de 2009

intromisión

Seguramente ya todo esté dicho. Puede que Homero lo dijera ya todo. Y Cervantes, nuevamente. Y, por qué no, Dostoyesky. Y seguramente sea absurdo intentar volver a decirlo, y querer hacerlo sin el impetus de un gran talento.
En realidad, los que escribimos no queremos decirlo todo, nuevamente y peor. En realidad, queremos decir poca cosa y no queremos decírsela a nadie. Cavamos, con nuestra quebrada voz, en el misterio de lo insondable, sabiendo, por supuesto, que ahí no hay nada, sólo uno mismo.

sábado, 23 de mayo de 2009

Inevidencia

Bajo las olas de lo obvio se encuentra la historia que quiere ser narrada. Otros prefieren no hincar ahí su lanza y escriben cosas que se saben o que ya se han dicho. No soportan el fracaso y prefieren abarrotar estantes en las librerías, cooperando con ello a la muerte de la novela. Y proliferan magos, detectives y vampiros. Y antes, y siempre, recreaciones de la Historia, una y otra vez.
Pero yo prefiero seguir ahondando por mis adentros, a narrar lo que por ahí se esconde. Por eso, sólo cuando he escrito sé qué quería decir -qué quería decirme- y por eso, también, no hay lector en el que piense cuando lo hago. Rectifico. Sí, hay un lector en el que pienso, soy yo.

viernes, 8 de mayo de 2009

principio de certidumbre

Acaso sea la ausencia o la desesperanza o, quizá, la noche. Acaso inconscientes deseos de fastos u oropeles, flashes y portadas. Vanidad. Soberbia. Acaso necesidad o libertad o, quizá, trascendencia. Acaso sea la presencia delirante del descaro y la risa. Sea lo que sea, nosotros, los que escribimos, siempre acabamos acercándonos al teclado a picar letras, una tras otra.
Construimos ríos de palabras para llenar los mares del propio fracaso.
Se trata, eso sí, de ir fracasando, cada vez, un poco mejor. Como Beckett.

miércoles, 22 de abril de 2009

funambulogía

Cada una de las frases que escribimos son rutas que nos encaran al precipicio. Son las partes de un puente que alzamos sobre el abismo, el mismo puente, que parte de aquí y desconoce el allí al que se dirige. Yo creo que no hay un allí, y por eso nunca he creído a aquellos que tienen sus obras completas bien estructuradas en la cabeza, su legado, antes de escribirlo.
Escribir es sostenerse uno a sí mismo sobre el abismo que la curiosidad o la duda ha abierto en su cabeza, trazando la ruta que ha de llevarlo a su propio Universo, que es el de todos.
Somos escritores porque escribimos; no escribimos porque somos escritores.

sábado, 18 de abril de 2009

symbolein

Las historias que encontramos en la nada los que escribimos, bien pudieran ser oráculos descifrables una vez cumplidos sus vaticinios: Symbolein.
Los sentidos de nuestras frases, una de las partes del Símbolo; la otra permanece y permanecerá escondida en el interior de las cosas.
Los oráculos, en realidad, son indescifrables, y por eso pueden ser oráculos o no serlo. Tanto da. Yo juego a que lo son, y por eso cuando escribo anhelo dar con la inalcanzable clave, con la última de las preguntas. Es otra manera -igual de inútil- de conocerse uno a sí mismo.

martes, 31 de marzo de 2009

necedad creativa

Las historias que buscamos (que encontramos) no se cogen de una vez. Se cazan por partes, y mientras llega la próxima, uno espera, paciente. Le asalta, cómo no, la duda: ¿Sequedad creativa? ¿El fin? ¿Nunca más? Y cuando eso nos comienza a provocar sufrimiento, recordamos el techo que nos cubre y la nevera que rebosa, y la de millones y millones de personas para las que eso está vetado, y entonces uno se mira y se ríe de ese sufrimiento que la sequedad creativa le causa, y siente asco, y se vomita. Curiosamente, la duda desaparece, y vuelve a esperar, paciente, esa parte que ya viene, que ya va viniendo.

martes, 17 de marzo de 2009

genealogía de la novela

La sabiduría como un inacabable combate de metáforas y conceptos. El concepto envuelve y la metáfora relaciona, aunque, bien visto, sólo la literatura que se esfuerza por trascender las ansias propias y ajenas de normalización, la literatura a la que se la suda la muerte de la novela porque ella sigue viviendo, es capaz de vérselas con aquello que el concepto envuelve y la metáfora relaciona. Y sí, esa literatura sabe bien que su esfuerzo también será infructuoso, pero se bate, porque quiere.

martes, 3 de marzo de 2009

abismo

El abismo acecha, sin desfallecer. Con el pasar de los años ha adoptado otras formas, nuevas máscaras de la propia cobardía. Lo esconde aquella sonrisa y esa mano que se acerca a estracharse con la propia. Lo esconde esa mirada y aquel abrazo. Lo esconden miles de gestos que no consiguen apartarlo.
Sin embargo, recuerda esto, escritor: tu hoja en blanco lo vence.

martes, 10 de febrero de 2009

desobedientes

La musa de los escritores libres habita en lo alto de una montaña, y llegar a ella cuesta, sí, un esfuerzo. Por eso nos inventamos los atajos. En el fondo, es la manera de usurpar rutas que los dioses no hicieron para nosotros, que no estamos enfermos.

jueves, 29 de enero de 2009

principio de incertidumbre

La bicha pirrónica nunca duerme, siempre está alerta para echar abajo cualquier decisión. "¿Y si no?" "¿Y si no?". Entonces vuelves a decidirte, pero esta vez sabes que lo haces sobre una base de arcilla, un cimiento inconsistente. Esa es la gracia, la ausencia de certezas con las que vas acallando cada una de tus dudas. ¿Y? Y nada, que sigo amando la vida.

miércoles, 14 de enero de 2009

El principio como voluntad y presentación

A mí la literatura que me gusta es la espontánea, la que no se deja llevar por un plan premeditado. Es ahí donde encuentro el placer y el conocimiento. Es decir, la belleza.
Si fuera por los planes premeditados yo no hubiera escrito una línea en mi vida.
Yo con veinte años pensaba en todo menos en escribir. Y con quince igual. Con diez años soñaba en marcar goles y en ser un héroe del Oeste. No nací vocacionado para escribir. Decidí hacerlo a los veintitrés, porque quise... libremente. Fue un quise querer.

sábado, 3 de enero de 2009

No creo que escribir sea exorcizarse uno de demonios, ni dejarse guiar por una necesidad extraña venida de las propias entrañas. Tampoco creo que escribir sea seguir el dictado de algo trascendente e incognoscible, algo lejano hermanado con los dioses.
Los hombres no necesitaron la enfermedad ni el delirio para contarse historias, eso le restaría épica a la acción de escribir, de escribirse, porque se quiere.