martes, 22 de junio de 2010

elogio de la edad adulta

Alejarme de esta sociedad Power Point, poner tierra de por medio aunque no me aleje ni un centímetro. ¿Cómo puedo seguir enrolado en este barco de mierda? Parece que vivir se ha convertido en un mero ejercicio de ir superando días y desvelos nocturnos, aterrado por eso incierto que se avecina, como si lo que hemos tenido hasta ahora fuera tan extrordinario y maravilloso que el mero apunte de su final nos paralizara. Parecemos dormir en la carreta con la que nos llevan a un patíbulo que ellos mismos se han inventado, parecemos dormir y yo quiero estar despierto.
Ya no creo en victorias colectivas, por eso me urge alejarme, renunciar a esas presentaciones edulcoradas que se empeñan en infantilizarme, porque ya no soy un niño, ni tampoco un joven. Porque ya me he ganado el derecho a que me traten como a un hombre, porque ya me he ganado el derecho a que no me traten como a un imbécil. Por eso hay que alejarse, porque aquí nos quieren niños e imbéciles.

martes, 15 de junio de 2010

ética

Ser eterno y ser mortal, el punto de partida de la contradicción en la que nos convertimos cuando nos echan a rodar bajo el cielo que nos cubre. No nos place, sin embargo, ser eternos y ansiamos la inmortalidad, despreciando la efimeridad que nos define y que nos forma. No nos basta con nuestro momento de lucidez y a menudo lo cubrimos con anhelos variopintos que deslucen y ofuscan la libertad de estar vivo.
Yo, desde ahora, me concedo el derecho a oír el canto de las sirenas ligado al mástil de mis propias carencias y el deber de no acudir nunca a compartir su danza. Las oigo, sí, porque es bello su canto; las desprecio, sí, por... por imperativo categórico.

martes, 1 de junio de 2010

hijo de Eva

Como el amor, como las ganas de vivir, la creatividad también pasa por fases de letargo, momentos en los que parece muerta pero en los que sólo duerme. Hay que aguardar, paciente, y seguir intentándolo. Sólo una voluntad mínimamente continuada tiene el poder de despertarla, y así volver a crear (o amar, o despreciar a la muerte).
La voluntad como hija de la libertad y madre del entusiasmo. No la fuerza ignota y omnipresente shopenhaueriana, sino la herencia otorgada por Eva tras su unánime desobediencia.