domingo, 19 de julio de 2015

un pelo para refutar el oro del becerro

Cada vez cuesta más encontrar algo que refute el certificado de defunción de la novela. Como herramienta que nos traslada por el ocioso tiempo descarnado, ahí no hay problema, sigue viva, pero como punta de lanza que se aventura más allá del misterio inexistente, como material que se conjura para construir el otro lado, ahí es donde cuesta encontrar algo. Y es que la mayoría escribe hoy como respuesta, y pocos (yo no los encuentro) para concebir nuevas preguntas.
Me gusta entretenerme con la novela (¡Vaya si me gusta!), pero reivindico desde aquí la vuelta de los escritores para los que escribir era aventurarse en la creación de un pelo del misterio, aunque en un tiempo de becerros de oro a tres por dos ya nadie los necesita. Yo tampoco, y por eso reivindico su vuelta.

jueves, 2 de julio de 2015

canto, con varita, de la insignificancia

Es la incomprensión y el anhelo, y el camino ausente del que uno se aleja y al que vuelve, una y otra vez. Es lo incierto y lo complejo, y lo palpable que todo parece cuando está llegando y lo extraño, cuando queda atrás. Es la verdad y es lo contrario de la verdad, y hablar de ello (que es lo que hacemos continuamente nosotros, los que escribimos) es, en realidad, aceptar nuestro destino en la superficie, desnudos, con un pico y una pala, y una varita de zahorí que de nada nos sirve, aunque a veces la utilizamos y sentimos que nos dice algo, pero es un algo incomprensible y, en todo caso, fingido.
En fin, que escribir es inútil, como casi todo lo que vale la pena bajo "el cielo que nos cubre".