jueves, 21 de julio de 2011

conclusión en cursiva con premisas independientes

Aunque sólo hay adentro, es posible salir. Uno sale queriendo salir, y conviene saber que eso es todo lo afuera que estarás nunca. Creo que la libertad no es un estado, sino una fuga constante e infructuosa.
Hace tiempo que no me recuerdo sino corriendo, y quizás eso es lo que siente alguien que se ha liberado.
También pudiera ser que lo antecedente sólo fueran palabras engarzadas por el miedo.
Ya llegó la duda (que convierte el "conócete a ti mismo" en una camama), y la duda siempre exige decisión. Bien, decido: corro porque soy libre; no corro porque sea un cobarde.
Conclusión: uno es lo que quiere ser.
Amen.

jueves, 14 de julio de 2011

nariz de payaso sobre fondo negro

El mar como metáfora, el naufragio como sentido. Escribir, entonces, es crear tú propia balsa, y leer sujetarte en las que crearon otros. Bueno, hay muchas otras maneras de vivir el desconcierto, pero es cierto que leer es una magnífica idea de viaje a ningún sitio. ¿Y escribir? ¿Por qué ese desasirse? ¿Por qué ese adentrarse en destinos para los que no fuiste llamado? ¿Por qué tú propia balsa?
La respuesta es obvia: porque sí, y porque de mayor quiero ser un gafudo al que nadie necesite cuya máxima ambición sea saber qué esconde la noche tras aquella estrella, la que tiene forma de nariz de payaso, cuestión que me desvelará la que sea mi última novela.

lunes, 11 de julio de 2011

hipérbole de la nadería en proceso decadente

Es realmente curiosa la debilidad de mis fronteras para proteger mi yo real. Sin apenas darme cuenta, la realidad que me sucede oscurece lo real del suceder, y me descubro presa de un torbellino de delirio hacia los confines de la pena negra. Entonces, si no se ha despertado el pánico, tengo que realizar un esfuerzo sobrehumano para detenerme y pensarme y, de nuevo, lanzar una carcajada hacia esa puerta abierta al lugar donde habita la amargura.
Sí, me digo cuando llega la calma, no eres un sabio, y también me digo que nunca seré un sabio. ¿Podré, sin embargo, conseguir algún día que las naderías sólo sean naderías?

miércoles, 6 de julio de 2011

teoría de la realidad sin dosis de certeza

Todos los tiempos son tiempos de literatura. Pero el que está sucediendo con nosotros -o, mejor, en el que nosotros estamos sucediendo- la ha convertido en la única herramienta con la que otear un horizonte posible hacia el que dirigir un posible rumbo. Ensayándonos en las novelas desechamos el error que presenta toda incertidumbre. Luego nos equivocamos igualmente, pero es un error que trae consigo una experiencia adquirida vete tú a saber dónde, cuándo... ¿Aquel verano con La Regenta, Ana Karenina y Madame Bovary? ¿Aquellas cuatro tardes intensas con La Cartuja de Palma, Rojo y Negro y Mientras Agonizo? ¿Fue antes, mucho antes, con Sábato y Kundera?¿O después, mucho después, con... Sábato y Kundera?
No sé. Lo cierto es que he vivido muchos seres errados como para no haber aprendido algo. Por ejemplo: hay que inventarse un horizonte. Por ejemplo: hay que fijar un rumbo. Por ejemplo: el rumbo nunca te llevará al horizonte. Por ejemplo: no importa, hay que remar.