domingo, 30 de diciembre de 2012

érase una vez un pájaro rojo

Me asomo de nuevo, no sé si al abismo o a una simple ventana (uno ya no sabe si su pensamiento vuela o no se alzó jamás del suelo -o lo sabe perfectamente-). Vamos allá: el misterio del Universo se encuentra en un fondo inhóspito donde reina el desconcierto. Habitar ese desconcierto, vivir ese desierto, impávido y con cierta socarronería, es el destino al que uno se entrega si opta por buscar ese misterio. Impávido y socarrón, ¿cómo, si no, vivir en ese deseo sin esperanza?
¡Alto! Alguien dijo que la búsqueda solidifica tarde o temprano en un tesoro que al verse se grita "¡Aleluya!". ¿El misterio del Universo? Bah, palabras, palabras, palabras... Seguimos necesitando cuentos, como cuando éramos niños, pero ya no somos niños.

jueves, 20 de diciembre de 2012

mi reino por la pregunta

Son tantas las ansias de respuesta, tanto el deseo de encontrar sentido en los sucesos que suceden, que vivir se ha convertido en una continua sucesión de anhelos incumplidos. Sólo hay que mirar los rostros de los adultos que nos circundan, y oír el largo lamento en el que andan inmersos; hay que mirarse en el espejo sin cerrar los ojos, y oírse en silencio -queja, queja, queja. Sí, también tú eres un llorante, un suplicante de respuestas...
Habrá que comenzar por el principio, pero ni siquiera somos capaces de preguntarnos "¿Cuál era el principio?" y, mucho más grave, aún llegando a ese ¿cuál?, seríamos incapaces de mantenerlo abierto, siempre abierto, y anhelaríamos darle una respuesta. Es decir, no hay salida, o hay demasiadas salidas.

martes, 4 de diciembre de 2012

todo, absolutamente todo, es mentira

Entregarse sin nauseas a la dosis diaria de hipocresía, con la convivencia como excusa. La mentira es connatural a las relaciones humanas, lo que significa que sólo podemos salir de nosotros mismos si estamos dispuestos a mercadear con las palabras para que le digan al prójimo lo que el prójimo quiere oír o, al menos, para que jamás digan algo que ponga en riesgo el marco de nuestra relación.
Tenemos tan aprendida esta lección que hemos llegado a interiorizarla de tal modo que ni a nosotros mismos nos decimos verdad. Somos tahúres en la intemperie y, por cierto, tahúres de interior.
¿Y? Pues nada, adoremos el gran farol. No hay otro.  

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Camús contra la taozización de Sísifo

Otra es dejarse llevar, fluir. Algunos, bajo mantos de colores o palios trascendentes, nos dicen que no hay que revolverse ante el suceder de las cosas que suceden y que, por lo tanto, nos suceden. A pesar de la gran acogida de esta postura en los que adoran la India tomando té en sofás de Cafés nocturnos iluminados por los focos de su cosmópoli, dejarse llevar es entregar las riendas al comandante de una supuesta realidad que se encuentra justo en la frontera del cielo que nos cubre.
Pero la rebelión es porfiar precisamente contra el inevitable suceso que sucede y que nos sucede; es ser arrastrado por el acontecimiento, pero mostrando en tu cara el gesto de la derrota y no la sonrisa estúpida del que se exculpa al amparo de unas pésimas circunstancias.
Rebelarse es, quizá, luchar contra las circunstancias, infructuosamente.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Confucio y la insociable sociabilidad

Las palabras que se oyen, aunque uno quiera escucharlas, o las que se leen, aunque más que leerlas se les arrebate la porción de alma que transportan, ayudan a desembrozarse, pero poco más. Uno sigue siendo esa pieza que no acaba de encajarse. Los sucesos que nos suceden y lo sucesos que provocamos, los actos con los que reaccionamos y los actos que iniciamos, bueno, me dicen que ahí sí, que esa es la clave, la herramienta que nos llevará a la conexión.
Quizá sí. Encajarse, conectarse, sintonizarse, llegar al punto de la no contradicción. Ah, era eso, la no contradicción... ¿De eso huyes? ¿Ya te has rendido? ¿Al mono que escribe le asusta la contradicción?
Y aún así, hay que ser coherente, tú, cuya naturaleza es la incoherencia...

domingo, 11 de noviembre de 2012

De Heráclito a Descartes sin pasar por la casilla de salida

Todo acontecimiento que afrontamos nos transforma, nos hace crecer. ¿Nos hace crecer? Uhm, no exactamente. "Crecer" parece que implique avanzar, progresar, acercarse a algún sitio que como meta espera la llegada de algunos elegidos. Pero ahora ya sabemos que el puente que parece construirse tras la transformación que ofrece todo acontecimiento no lleva a ningún sitio, o sí. Puede que sí, que esa transformación nos lleve al interior de uno mismo, lo que significa bien poca cosa.
Así que lo único que puedo decir es que salimos otro tras afrontar un acontecimiento, que eso ocurre continuamente y que, por lo tanto, nunca somos lo que somos, sino un otro incomprensible. ¿Pero nada permanece en el proceso? Uhm, sí, algo permanece... así que el acontecimientos nos transforma, pero no tanto, o no absolutamente... O sea, hay un yo receptor de la experiencia. Bien, ya tengo una metafísica.

sábado, 6 de octubre de 2012

acuerdo de caricia en el lomo de la derrota

Hay  pocas opciones para debatir, cada vez menos. Nos hemos acomodado en el asentir y el disentir pierde el prestigio que nunca tuvo. Odiamos que nos digan la contraria y optamos por no hacerlo tampoco nosotros. Son muchos siglos con "no hagas al otro lo que no quieres que te hagan", y todos firmamos un armisticio innecesario en el que acordamos, en secreto, darnos los unos a los otros la razón, y la razón, perezosa, avariciosa y egoísta, se enquista en el mar de su certeza y nos enquista a todos con ella.
Así que acérquese a mí si tiene algo a la contra que decirme. Será un placer debatir con usted, enfrentar con toda la fuerza del mundo argumentos a sus argumentos, hasta que uno no pueda seguir argumentando sin hacer trampa. Entonces, entonces nos tomaremos una copa, y vuelta a empezar.

martes, 2 de octubre de 2012

el principio de la historia

Los flujos de la discordia que avivan disensiones alojadas más allá del fluir cotidiano, generalmente pueden abrir espacios de reflexión autónoma en las antes vedadas tierras de lo sagrado. Y no ocurre nada. Acaso descubrir la propia ridiculez de la autocensura. Todo proceso de emancipación colectivo es mentira, porque es colectivo. Pero a lo mejor, porque es colectivo, es verdad. En todo caso, todo proceso de emancipación colectivo es, si ese es el caso, y no hay más que sumarse o permanecer alejado, como si ahora tal cosa fuera posible.

lunes, 10 de septiembre de 2012

literatura a martillazos... perdón, a bufidos

La literatura debería servirse del lenguaje más allá de sus músicas cotidianas. Hay un acento en cada escritor, insoslayable, una música interna que sinfoniza lo que ve y la manera en cómo lo cuenta, y esa música propia es lo que nos empuja a trascenderla y a dejarla atrás. El escritor tiene lenguaje, y es trabajando el lenguaje como puede escapar a sucumbir a la pancarta, a la bandera, a la oficialidad o a la contraoficialidad, es trabajando el lenguaje como puede trabajarse las ropas que habrán de cubrirlo cuando se encuentre en la intemperie, solo, "a seis mil pies de los hombres y del tiempo".

viernes, 24 de agosto de 2012

manual de autoconsciencia tristemente revelador

Sobre el saber hay que saber dos cosas: hay que saber lo que se sabe y, más importante, hay que saber lo que no se sabe. El problema es listar lo que sé -lo que no sé será todo aquello que no aparezca en el listado. Bien, ¿qué sé? Sé que algo sé, no como aquel que sabía que no sabía nada, por ejemplo, que soy mortal. ¿Pero por qué sé que soy mortal si nunca he muerto? Te asemejas a tus semejantes y ellos mueren, ello debería bastarte.
¿Sé algo más? Sí, que todo empuja para que se uniformice el pensamiento, que proliferan múltiples variables de genuflexión dorsal, que el lenguaje ya sólo es una herramienta de excusa y que en todas sus frases se esconden diferentes motivos floridos de un omnipresente y manido "sí, señor", que la servidumbre, sí, es voluntaria y además se liga en un plano impenetrable a la propia mirada.
Joder, entonces... Sí, eres un abanderado de la sumisión.  

jueves, 16 de agosto de 2012

ansia por el cofre del tesoro

Acumulamos ansias con el mismo arte desentregado y silencioso con el que se acumula el polvo en los libros que una vez robamos y leímos con fruición. ¿Acumulamos ansias porque ansiamos ser otro del que somos? ¿Puedo ser "otro" del que soy si no sé qué soy? Acumulamos ansias, entonces, porque ansiamos ser eso que somos y no sabemos cómo llegar a serlo. 
Esto suena más auténtico, más griego... Así que soy portador de una identidad que se muestra esquiva, que se esconde cuando obedezco al oráculo y me adentro con todas mis armas a su caza. Así que lo que soy me espera en el interior de un cofre que debe andar por algún lugar de mi cerebro, o puede que en algún otro donde nunca lo buscaría, como el culo o bajo la rótula de mi pierna derecha. ¿Cómo mi introspección va a llevarme de exploración a esas zonas tan poco nobles?
Acumulamos ansias, una tras otra, y a veces el lenguaje, como ahora mismo, con su alta capacidad balbuceíca y verborreíca, permite exorcizar alguna. Adelante, pues, vomitemos palabras...   

lunes, 6 de agosto de 2012

abrazo de Voltaire bajo la guillotina

La ineptitud de los políticos y la corrupción que provoca el dinero del lujo en personas con una visión clasista, estereotipada, cerrada de la realidad, pobre, falsa, en definitiva, estúpida, infantil, ha provocado que suene el canto de sirena de la dicotomía reduccionista que afirma que todo se dirime con el enfrentamiento de "ellos" contra "nosotros": "Nosotros o Ellos".
¿Y qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con alguien que sabe que las dicotomías sólo se resuelven en el mismo plano donde se crearon, el del lenguaje, y que es peligroso que por ingenuidad desmemoriada salgan de ahí  y se asienten en la creencia colectiva? Estamos ya ahí, la acción amenaza... ¡Estad alerta, amigos disidentes, la batalla por la libertad de pensamiento ha comenzado y van a querer enrolaros en alguno de los polos! ¡Recordad que pensar es pensar contra la reducción y la simplificación, recordad que pensar es, siempre, pensar a la contra!

martes, 24 de julio de 2012

ascenso a chamán en caída vertiginosa

El delirio del conocimiento, que hace de la autosuficiencia su mística cotidiana, acecha entre los libros que detuvieron el tiempo de los que supieron. Hay que aprender cuanto antes, y hay que recordar a diario, que la comprensión de algo es la evidencia de que erramos algún paso en el camino que recorrimos para comprenderlo.
La única posibilidad de conocer algo de alguna cosa es detenerse justo en el momento en el que parecen diluirse las brumas que lo cubren. Saber, quizás, es mirar entre brumas. Saber, quizás, es ver ni claro, ni nítido. 

lunes, 11 de junio de 2012

la voluntad cautiva y bien armada

Ya hablé de ello, hace tiempo. O puede que no. En todo caso, hoy me las veo con la idea de que es casi imposible eludir el simulacro, la participación en el gran espectáculo, la protagonización de la farsa. Nos dicen que hubo algunos que lo consiguieron, dicen que un tal Jesús, un Heráclito, aquel Sidharta, un tal Rulfo, alguien al que llamaban Spinoza, seguro que algunos más. Al resto nos toca conformarnos con salir esporádicamente y de manera efímera de su influjo, gracias a breves lapsos de tiempo que eluden la sucesión continua y constante y que nos permiten tachar de nefasta nuestra actuación. Breves, y mejor así. Otra cosa supondría la renuncia total o la locura, irse más allá de los márgenes, y yo soy un lobo con manada, y aquí me quedo, cómo no, porque quiero.  

viernes, 8 de junio de 2012

un supuesto síndrome y un ligero lamento

Es difícil escribir. Escribir bien, se entiende. Yo no escribo bien. Quizás este sea el síndrome de los intrusos, de los que llegamos sin que nadie nos llamara. Puede que esto no les pase a los que son movidos a escribir por necesidad. Puede que para ellos sea fácil; los empuja una fuerza misteriosa a juntar palabras, y lo hacen bien, copian al dictado, pero para mí es muy difícil. Ayer, sin ir más lejos. Leí las diez o doce últimas páginas que he escrito. No me gustaron nada. Aunque el problema no era sólo de si me gustaron más o menos, sino que estaban mal escritas. Es así, no puedo hacer nada. Bueno, sí, seguir, seguir escribiendo, porque quiero.

lunes, 28 de mayo de 2012

la verdad con luna llena y con luna vacía

Dicen que Faulkner, cuando le presentaron a un antecedente de lo que después vino en llamarse un "corrector de estilo", lo miró y le dijo que estaría encantado de soltarle un puñado de dolares por sus consejos... cuando dejara de escribir. Según dicen, decía que en sus novelas estaba él y que él no era impoluto y preciso, sino denso y caótico, al menos el "él" en donde cavaban sus historias.
A mí ya no me gusta el nombre: "corrector de estilo", me suena a rejas, a Opus Dei, a uniformización, a cadenas. Conocí una vez a uno que estuvo a punto de matarme en cuanto le di la espalda.
Vale, acepto que no tengo "estilo" y que escribo para adquirirlo. Creo, injustificadamente, que cuando lo adquiera aprenderé algo sobre mí, aunque confieso que, más allá de juegos reflexivos y monólogos de luna ebria, no creo que haya nada que aprender de uno mismo. Bueno, sí, que se es mortal.  

viernes, 11 de mayo de 2012

no entre si sabe geometría (podría salir metafísico)

Es la segunda vez que me pasa. Es la segunda vez que la historia que estoy narrando se ve asaltada por otra y se detiene, a esperar que pase, es decir, a que la escriba. Hace unos años (¿cuatro, seis, ocho?) comencé a escribir "El club de los sicarios". Por causas que se me escapan (¿las hay?), otra historia la paró, y la mantuvo parada hasta que escribí esa otra historia. Ahora me ha vuelto a ocurrir. Hace un tiempo que vuelvo a narrar fuera de "El club de los sicarios", que vuelve a esperar. Sé (esas cosas se saben) que volveré cuando concluya lo que ahora estoy escribiendo.
Me sorprenden estos dos desvaríos con forma de novela mientras escribo una novela. En cierta manera, reproduce un absurdo. La ventaja del escritor ante el filósofo es que al primero este absurdo le llama la atención y punto, mientras que el segundo lo convierte en metafísica que ofrece al mundo en jerga trufada de papanatismo, perdón, de academicismo.  

miércoles, 2 de mayo de 2012

descerdarse con dosis premeditadas

Uno de los nuestros dijo alguna vez que no podía vivir sin su dosis diaria de buena literatura. Yo sí. Tengo una naturaleza ausente y desganada, que me llevaría felizmente a pacer bajo un árbol, como un cerdo al que se engorda con fines altruistas. Afortunadamente, no soy esclavo de mi naturaleza. Si me hubiera dejado ir, la literatura sería para mí algo que está dentro de los libros, un tesoro que no se quiere encontrar porque es un falso tesoro, cosas de seres desapasionados, sosos y aburridos. Pero me rebelé y me rebelo a cada instante, y  para mí un fiestón es pasar un par de horas con Faulkner, por ejemplo. Y con él, y con otros como él, mato cada día al cerdo que quiere pacer dentro mío.
Sí, podría vivir sin dosis diaria de buena literatura, pero no quiero.

miércoles, 18 de abril de 2012

encanto de tierra lejana

Algunos que llegaron a la boca de la caverna, afirmaron que estaba tapiada, que no había boca, que no había un afuera, que todo, absolutamente todo, era caverna. A su vuelta lo afirmaron, pero nadie quiso oírlos, nadie quiso creerlos. Otros, sin embargo, nos hablaron de la luz que brillaba afuera, cuando volvieron. Estos corrieron mejor suerte. En lo que todos coincidían, lo que todos sabían, era que habitaban una caverna.
Hoy, la caverna no existió nunca y nacemos con un único relato incrustado en la espalda de nuestros genes, con la garantía de perdurabilidad que eso le ofrece. Ahora que sólo hay afuera sería el momento de enviar a exploradores que encontraran la puerta que aquí nos trajo. Al menos tendríamos la oportunidad de volver a escoger relato: no hay puerta, nunca la hubo o, por el contrario, allá de donde venimos no hay tanta luz, pero hay luz suficiente.

martes, 17 de abril de 2012

plagio de Parménides con permiso de Zenón

Las verdades que ocultan la Verdad y que también ocultan las mentiras son el freno, la barrera insalvable,el punto y final. No obstante, hay una manera de poder superarlo, aunque, en realidad, no hay ninguna. Ansiamos toparnos con verdades, y aunque toda crítica pasa por rechazarlas y seguir adelante, llega un momento que vuelven para cerrar el proceso, con lo cual hay que volver a cuestionarlas y así siempre.
En esta batalla, voy a probar otro camino. Digamos que el anterior sería "el camino de las verdades". El mío "el camino de las mentiras". Las mentiras no pueden ocultar nada porque son mentira. Así, abriendo las puertas que cierran, quizá me asome a algo consistente, perdurable, sólido sobre lo que pueda apoyarme y saltar, más adentro. Pero cuando uno es ya mentira, ¿le siguen perteneciendo sus ojos?

lunes, 9 de abril de 2012

hijo primogénito y bastardo de Prometeo

Sueño con gozar cada día uno de esos instantes de lucidez que a veces, no muchas, a uno le asaltan; entonces  la nube que hay entre aquí adentro y ahí afuera, entre el yo y lo real, se abre, abriendo lo observado a su secreto más íntimo. Es como si la lucidez abriera una puerta infranqueable en nuestro cerebro, puerta que se cierra cuando desaparece; entonces esa verdad a la que has accedido vuelve a ocultarse y el recuerdo de lo visto no es suficiente para seguir viendo clara e indistintamente.
Quizás sólo la familia de los dioses soporta una absoluta lucidez, quizás la incomunicabilidad de la experiencia al que no lo probó y la necesidad de compartirla hagan que la permanencia en la lucidez te lleve al desierto o a la montaña, pero lejos, muy lejos de los hombres.
Por eso mi sueño a gozar cada día uno de esos instantes y no a romper definitivamente la puerta, porque este es un mundo que nos regaló Prometeo contrariando a los dioses y yo bebo -quiero beber- de esa rebeldía.

viernes, 23 de marzo de 2012

las fidelidades de unas pieles sin rostro

Abundan los novelistas que se ponen en la piel del lector cuando escriben, que narran sus historias como si se las estuvieran narrando, y hay otros -es mi caso- que bastante tenemos con ponernos pieles de escritor cuando escribimos, que construimos nuestra voz con suma dificultad y que ese esfuerzo nos imposibilita pensar en el lector al mismo tiempo. Además de esta imposibilidad, también hay algo de principio de escritor: escribo como puedo lo que me gusta y como me gusta, no lo que pueda gustarte a ti, porque es la única manera que se me ocurre de serle fiel a la novela y, por supuesto, de serme fiel a mí.

lunes, 19 de marzo de 2012

los anuncios que los aconteceres anuncian

Hace un tiempo, por estos lares digitales, expresé mi desprecio a los agoreros adscritos al "niñobecerrismo de la catástrofe", la actitud de los que se excitaban dando eco a cada nueva muestra del desastre colectivo. Eso delataba un cierto grado de misantropía que alimentaban azuzando el desánimo y deseando y animando a la organización de rituales de llanto general.
Siguen lanzando sus proclamas, siguen interpretando los aconteceres desde una tendencia que todo acontecer posibilita, su deriva hacia el abismo. Olvidan, y para recordarlo hago esta entrada, la otra tendencia, la que dice que todo acontecer puede abrir las puertas del paraíso que nos rodea y que está dentro nuestro. Por ejemplo, todo acontecer me acontece, luego estoy vivo.

lunes, 5 de marzo de 2012

futuro complejo en tiempo presente

Parece que la arquitectura de la sociedad en ciernes se esboza entre sombras de futuros ya inexistentes y las mentes cansadas de unos ciudadanos temerosos de perder unos privilegios que acaso nunca tuvieron más acá del horizonte posible de un conato de buenas intenciones.
La sensación de que todo se desvanece a nuestro alrededor, sin estridencias, construye un nuevo relato que, en definitiva, es el mismo relato de siempre, y viene a decir que no es fácil, que nunca fue fácil seguir con los ojos abiertos, mirando al frente, sin miedo. Porque nunca existió el futuro y porque ya hace como mínimo 70 años que hicimos la primera comunión y, por lo mismo, los temores a devenires inciertos no dicen nada nuevo, sino lo de siempre: que los monstruos llegan de noche, cuando la luz se apaga, y que se van cuando amanece.

viernes, 17 de febrero de 2012

hipotética deducción tarológica y falsable

Las señales débiles que del futuro emite el suceder de las cosas, si es que hay futuro y si, en ese caso, emite algún tipo de señal, las capta el novelista que escribe con la libertad de no limitarse a un plan previo y con la vocación de no quererle decir nada a nadie porque, en verdad, no tiene nada que decir, aunque sólo las capta para él, si lo que escribe le sigue gustando pasado el tiempo.
Es decir, sé que quiero conocerme y sé que nunca me conoceré, pero también sé, que no es saber poco, que sólo podré conocerme algo si lo que ahora plasmo disfrazado de personajes puedo leerlo pasado el tiempo sin que se me caiga la cara de vergüenza, y entonces puede que las débiles señales captadas ahora sean acotaciones puras de un yo presto a marcharse de un lugar que nunca habitó.

sábado, 11 de febrero de 2012

refutación de Fukuyama lejos de Chicago

Sería un placer poder leer los libros de historia que hagan con nosotros el día de mañana. ¿Quién los hará? Puede que aquellos que ahora sufren un dolor que, en parte, hemos causado nosotros. Dirán que caímos agotados y sebosos, que el ansía de golosinas acabó con nuestra curiosidad y que ni siquiera los disidentes fueron capaces de mantener su alegría.
Si, por contra, salimos de esta, dirán que fueron tiempos donde los ajustes causaron conflicto, mientras calaron en todos nosotros y se asumió la imposibilidad de que una sociedad tuviera clase media. Y es que nos han enseñado que las utopías son utopía, y nos lo hemos creído: ya no queremos vivir sin collar, ya no sabemos, ya no podemos.
Bueno, quizá podamos aprenderlo. Otra vez.

jueves, 2 de febrero de 2012

encuentros festivos del quehacer creativo

Se adaptan los viejos látigos para golpear nuevas espaldas que se han creído con el derecho a indignarse, como si eso no fuera un deber, y más aún, como si ese deber no fuera acompañado, además, de la obligación a desertar, a dejar que esos nuevos látigos se deshagan como azucarillo cuando se descubran golpeando aires vacíos de un juego en el que nadie cree pero que todos siguen comprando. Pero, ¿es posible todavía desertar? Y, antes, previamente, ¿qué significa hoy, aquí, ahora, desertar?
Oh, vamos, ¿es sólo una de esas palabras, otra más, que fueron y ya no son, o que, acaso, sólo evocan un pasado o ni eso? ¿Qué es para mí desertar, para mí que lo evoco como la obligación que sigue al deber de no dejarse tomar el pelo? No lo sé.
Lo que ahora sé es que escribir es adentrarse en un misterio sin retorno, bajar por una caverna y seguir bajando siempre hacia lo más profundo, y yo me encuentro ahora en el círculo donde las palabras que escribo comienzan a difuminarse, como si bajando uno se acerque a un fuego que acabe quemándolo, cuando siempre habíamos pensado que ese fuego lo que hacía era iluminar.  

sábado, 21 de enero de 2012

antología de estupidez con boca de señora

Vivo en un lugar donde una escritora puede declarar, solemnemente, que deja de publicar porque la piratean y, a los dos días, desdecirse, eso sí, argumentado que la ley que se avecina va a cobijarla. Me da asco compartir aventura con ella, aunque, en realidad, su aventura y la mía no se parecen en nada. En primer lugar, porque yo sé que la solemnidad es vanidad vestida de academicismo y, en segundo lugar, porque ser pirateado es la voluntad de alguien por leerte, no por robarte, y al que quiere leerte hay que agradecerle la entrega de su tiempo. No escribo para vender, porque no estoy en venta. 
Si alguien encuentra alguna frase que le plazca en lo que he escrito, bien, que la use, que la haga suya, que la copie, da igual. Yo lo que busco es que alguna de ellas me plazca cuando pase el tiempo. Mi anhelo es poder sorprenderme con algo que haya escrito, poder asombrarme y, quién sabe, puede que al final me ayude a conocerme. 

martes, 17 de enero de 2012

añoranza de cuando todo era posible

Salirse de la foto es lo más sensato que se me ocurre en estos tiempos donde la ideología dominante emprende una huida hacia delante arrasando lo poco que las buenas gentes habían mantenido, con mucho mimo, en pie. La hipérbole se ha demostrado su mejor arma. Ante el temor al libre acceso a fuentes donde mana información, por ejemplo, nos sobreabundan de ésta y contribuyen a mantener el estado de confusión e incertidumbre, escenario perfecto para que se reclame control y manejo de riendas a entes que siempre han deseado eso, que sea uno mismo el que, cagado de miedo, suspire porque le sea arrebatada su peligrosa y desconcertante apuesta de libertad.

miércoles, 4 de enero de 2012

responsabilidad individual e intransferible ante una de las imposturas

Ser capaz de diferenciar al embaucador del que no embauca, el que juega a la incomprensión y el caos con ánimo de atribuirse etiquetas dignificadoras y aportadoras de plácemes, vítores y demás parafernalia de plastelina y el que resulta apenas comprensible porque lo que explica -o donde mira- pertenece a un allá o un acá donde todavía no se ha estado ni es posible llegar, pero, aún así, se aventura, se arriesga, avanza, dejando tras de sí, porque no le interesa, lo visto, lo manoseado, lo ya digerido.
Habría que obligarse, al menos, a no olvidar que detrás de un embaucador jamás hay un genio, pero también, y más importante, que detrás de un genio sí puede esconderse un embaucador: descubrámoslo, pero guardemos silencio, porque es obligación de cada uno decidir si quiere o no dejarse engañar y a quien quiere admirar.