jueves, 29 de agosto de 2019

capacidad para sustantivar una marcha

El reposo también es movimiento, y la permanencia, cambio, y por eso volver es sólo seguir. La imposibilidad de la marcha hace de la vuelta un estado simbólico con potencia, eso sí, de mutar la rutina en reto... efímeramente. Así que es ficticio el retorno y constante el seguir, y efímeros los cambios que se suscitan con la inexistente vuelta, pero “hay bienes con los que debe uno encartase a sí mismo”, dijo Sócrates la única vez que su duda fue sincera, y yo me encanto pensando que la libertad puede hacer del seguir algo radicalmente nuevo y, por lo tanto, objetivar y crear, a posteriori, una marcha.

martes, 27 de agosto de 2019

el final de la política en la sobada conllevancia

Diálogo es la palabra que el s. XXI, aquí en Catalunya, ha incorporado en el anhelo ciudadano. Dos logos trascendentes se retan para imponer su verdad absoluta, o al menos uno reta al otro en una lucha asimétrica por ostentar la supremacía. El logos más débil, el que no tiene fusil, insiste e insiste, pero el fuerte lo zanja con la conllevancia, que es una amenaza y también una orden y una sentencia que impide al débil dejarse de conllevar. “Vuestro problema, señores catalanes, no tiene solución y sólo puede conllevarse”. Es lo que hay, dijo Ortega, y por mucho tiempo que pase, es lo que seguirá habiendo. No hay solución. No hay política.

sábado, 24 de agosto de 2019

crónica del vivir en las entrañas

Digamos que percibimos con la entrañas, que nuestro contacto con lo real -contigo, con eso, con aquello- nos acontece filtrado por las tripas. Y digamos que, por supuesto, si las entrañas hierven -por ti, por eso, por aquello- todo hierve y tu vida se convierte en un hervidero y tú en un perro que ladra cada vez más fuerte cuando aparece la carne ya putrefacta.
Así que hay que pacificar las entrañas para no vivir una guerra de guerrillas perpetua, una guerra sorda y aburrida, una guerra miserable librada por miserables sin valor para descubrirse, odiarse y mutar, y poder percibir todo eso que nos rodea, sí, con las entrañas -¿cómo no?- y con algo más que todavía está por inventarse.

jueves, 22 de agosto de 2019

la posibilidad de un paraqué más allá del ombligo

Los filósofos no fueron reyes, no quisieron ni pudieron, ni los reyes fueron filósofos... afortunadamente. Los primeros dudaron mientras que los segundos no podían dudar, y mientras que los filósofos entendieron que sus dudas eran el mejor regalo para la ciudad, los segundos entendieron el mensaje y pusieron una certeza, la suya, tras cada una de las dudas. Y como nos sentimos tan mal ante la incertidumbre, la política, cerrada artificiosamente, se convirtió y limitó a ejercicio del poder. Pero en esta caverna que habitamos se sigue necesitando a alguien que nos recuerde el dominio de las sombras y que deje a cada uno el deber de definir el objeto que las proyecta. ¿Pero quién quiere todavía, hoy, asumir ese deber y, sobretodo, para qué? ¿Para qué?

sábado, 17 de agosto de 2019

nueva colección de mortajas de marca blanca

Llegar primero y alzar muros, y protegerlos ante la amenaza de los que vienen detrás. Si los muros caen, el derecho de haber llegado primero se sustituye por el derecho de conquista, y nuevas barreras, esta vez intramuros, se alzan y aparecen nuevas policías contra los enemigos que se han creado dentro, más la que vela -esta vez más eficazmente- por impedir la entrada de todos los que siguen llegando por detrás.
La lucha por la plaza y por el control de la plaza y por la uniformidad de la plaza -antes y después-, la lucha por gestionar el miedo con la proliferación de protecciones y de protectores, la lucha por insuflar siempre vida al enemigo que viene de fuera o que ya se encuentra dentro, y todo eso con el único objetivo de inundar de muerte la vida y cobrar a precio desorbitado por la mortaja. Y somos nosotros los que la pagamos alegremente, y los que la fabricamos, y los que la ideamos, somos nosotros los que llegamos primero y los que venimos detrás y los que conquistamos y controlamos. Todos somos nosotros. Y yo, claro, yo también.

miércoles, 14 de agosto de 2019

la posibilidad de un origen sin principio ni fundamento

Depende de la fuerza del qué pasó en lo que está pasando para tener más o menos certeza de lo que pasará. El tercer término de una sucesión puede ser múltiple, y de esta en concreto, el segundo es libre, voluntario, no necesario. Si hoy están las ofensas de ayer, mañana lo estarán. Y si hoy no lo están, no hace falta que les diga qué no vendrá mañana. ¿Pero cómo renunciar, sin ser más de lo que somos, al legítimo derecho de venganza o, si la cobardía atenaza, al rencor o, si además de cobarde eres asqueroso, a la envidia? ¿Cómo olvidar, cómo perdonar, cómo comenzar de nuevo en un origen sin fundamento, o con el único fundamento de aquello irrenunciable que nos iguala a todos -haber nacido? ¿Se puede volver a la sorpresa del encuentro con el otro, enigma desconocido, amigo?

lunes, 12 de agosto de 2019

una necesidad de revivir la metáfora

Tú también vas en ese bote que sortea el naufragio, si no estás viviendo en Fuga o entre las confortables paredes de una celda monacal o en el prado, pastando y rumiando. Y aún así, también tú fuguense, erudito o asno, también tú formas parte de ese nosotros que somos todos y no somos ninguno, y lo harás, como todos, mientras vivas. No existe un afuera del bote. Ni un puerto, una ensenada, o un amarre al que asegurarlo. Y no hay timón ni, por lo tanto, rumbo. Y es verdad, como ya se ha dicho una y mil veces, que es tarea de ese nosotros irrenunciable construir un timón y fijar un rumbo, pero ¿cómo ver la necesidad de la política en las pantallas de nuestros smartphones, en nuestras obesas neveras o en cada una de las miserias que nos rodean y que también son nuestras?

jueves, 8 de agosto de 2019

vaguedad tópica y crónica

Se multiplica el anhelo con cada certeza que se pierde. Naces bien ubicado en el cosmos, pero -es mi caso- los años quiebran la base desde la que oteabas, y te oteaba, el horizonte, y al deambular, al vagar, todo deambula y es vago. Entregado al conocerse propio para descubrir, como aquel que dice ayer, que no sólo esa entrega es vana, sino que en el proceso todo se va velando, y el yo que representabas, el personaje que creaste -lo adviertes y no das crédito- se diluye a tu alrededor: es un espectáculo maravilloso y terrorífico. No queda otra que sucumbir o volver a hacerte, y ahí el anhelo, porque no sabes si quieres, si tienes fuerza, si tienes tiempo.