Yo, que tuerzo y retuerzo palabras en busca de un sentido y obtengo de todo menos un sentido, si entendemos como tal algo así como una verdad, un rotundo y breve por qué.
Yo, que vendí todos los "sentidos" que compré, y que ahora rehúso comprar cualesquiera de los miles que se me ofrecen a diario, o al menos eso creo.
Yo, que bebí y derramé a partes iguales lo que cogí de aquí y de allá casi al boleo, como guiado por un misterioso instinto que ya sabía quién era yo cuando todavía no era nada.
Yo, hoy, declaro: sigo, porque quiero...
domingo, 16 de junio de 2013
jueves, 6 de junio de 2013
la mentira de los decires con el suceso al fondo
Entre lo que sucede y lo que se nos dice que sucede hay un abismo que nos aleja para siempre de la realidad. Lo que pasa, pasa y ya está, pero ¿qué es eso que pasa si su narración lo tergiversa y lo convierte en un sucedáneo servil e interesado? Si toda narración de la realidad es una camama, ¿cómo aproximarnos a la realidad, cómo formarnos una opinión, cómo conocer algo?
No hay manera, más allá de saber que algo está pasando, por ejemplo, en Suecia, en Turquía, o aquí, justo aquí, pero el "qué" estará siempre detrás de su narración y permanecerá siempre oculto.
Y es que, quizá, a ese limbo nos entrega nuestra condición específica de consumidores de saberes discursivos y narrativos y, por lo mismo, estaremos siempre enclavados en una parcialidad insolasyable.
Así que el silencio es la decisión más honesta, pero como somos desesperadamente deshonestos habrá que seguir, y habrá que seguir con el conocimiento, este sí, de que todo lo que se nos dice que pasa es sospechoso o, directamente, mentira.
No hay manera, más allá de saber que algo está pasando, por ejemplo, en Suecia, en Turquía, o aquí, justo aquí, pero el "qué" estará siempre detrás de su narración y permanecerá siempre oculto.
Y es que, quizá, a ese limbo nos entrega nuestra condición específica de consumidores de saberes discursivos y narrativos y, por lo mismo, estaremos siempre enclavados en una parcialidad insolasyable.
Así que el silencio es la decisión más honesta, pero como somos desesperadamente deshonestos habrá que seguir, y habrá que seguir con el conocimiento, este sí, de que todo lo que se nos dice que pasa es sospechoso o, directamente, mentira.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)