viernes, 30 de abril de 2010

principio de indentidad

De pronto me descubro con la historia que aparqué (que se aparcó). Puede que ya esté escrita, aunque le falten todavía un centenar de páginas. La "voluntad de creación", esta vez, ha finalizado antes de hora y por eso los personajes se me pusieron en huelga. Ahora es el momento del oficio, del trabajo, de la consistencia, que eso que está escrito se sostenga.
Ahí me he descubierto hace unos días, preguntándome: ¿Cuál es la historia? ¿Cómo está narrándose? ¿Cómo debo contarla? Las "tres preguntas esenciales", las he llamado, y ahora encabezan el archivo que guarda "El Club de los Sicarios" (¿se llamará así?). Es justo el momento.
Sí, formo parte de la muta de escritores que no se preocupan de eso previamente. Y esto no es un juicio de valor: escribir cuesta, te preocupes de eso antes o después, y todos amamos las palabras cuando se ponen a retozar. Por ello, salud para todos esos que ahora, antes y después, se agarran un papel en blanco y un lapiz y se ponen a escribir. Nuestro, y de todos, es el reino de los cielos.

jueves, 22 de abril de 2010

novelista

Definirme como novelista no es limitar las potencialidades con las que, se supone, se acompaña mi condición humana. Soy novelista, sí, y otras cosas, pero en lo que se refiere a mi relación con la literatura, soy novelista. Escribo poesía, a veces, y este blog, también a veces, pero lo que escribo siempre, aunque no esté escribiendo, son novelas. Además, novelas de ficción. Por lo tanto, soy un novelista que escribe novelas de ficción. ¿Y? Pues nada, sólo que a veces uno debe recordarse qué es (qué quiere ser) para impedir que sus pies se despeguen del suelo.

miércoles, 14 de abril de 2010

la conjura

Es posible que la tecnología juegue a favor de que nos vayamos encontrando. Yo he encontrado, por ahí, a algunos habitantes de "Fuga" que desconocen todavía cuál es el nombre de su patria. Es la conjura anónima de los que escribimos porque sí, una variante a la sobada conjura pagana de aquellos que necesitan aliarse porque dejaron de creer y no son capaces de soportar la soledad de la vida y de la muerte que ya se acerca, lentamente. También a nosotros nos acecha el miedo, pero ponemos rostro malcarado mientras nos agarramos los machos y comenzamos a reírnos: es la carcajada del que sabe que no sabe ni sabrá nunca y por eso, sí, escribe.

lunes, 5 de abril de 2010

el farsante

Acaso el desprecio absoluto hacia la cultura del simulacro que nos envuelve y nos conforma se deba, principalmente, a que uno se sabe condición necesaria. Mi boca de cerdo desprecia absolutamente las perlas falsas que compra gustosamente. Es un desprecio a posteriori, que se fragua en la digestión.
Yo busco la sabiduría del paladar, del desprecio a priori. En definitiva, dejar de comulgar con la farsa... yo, el farsante.