lunes, 30 de diciembre de 2013

verdades que son mentira de un isleño de las llanuras

Todo se mueve a mi alrededor, como siempre, pero ahora parece que lo haga a un ritmo loco y nervioso que no consigue firmar un rastro, con lo cual todo se mueve a mi alrededor sin darme cuenta de nada. Desde este pequeño país que ha decidido irse, que ya hace años que se fue, hasta esta humilde entrada, que nace ya enterrada, pasando por el devenir de esta ciudad cada vez más extranjera o el cielo estrellado sobre mí, aunque sobre mí lo que hay es un yeso agrietado y unos ojos de un buey viejo y cansado, nada es lo que era ni ha seguido los escenarios que mi inmensa capacidad de prospección había dibujado.
La coherencia, llegados aquí, me obligaría a una serie de renuncias, por ejemplo a la reflexión, pero, en realidad, tampoco reflexiono tanto... En realidad no reflexiono nada, escribo muy poco y la conversación es un puto monólogo automitificante que ya no quiero oír. Habitante de isla, ¿cómo pretendes, entonces, captar algo de lo que sucede?  

jueves, 5 de diciembre de 2013

teoría del conocimiento sin conocimiento ni rubrica, y muda

Reflexionar, pararse a mirar lo que sucede cuando también, y sobretodo, eso que sucede me sucede a mí, nos sucede a nosotros, es infructuoso, en tanto que no aporta más que una dosis de verdad muy pequeña y, lo peor, manipulada a mi libre, y reflexivo, antojo. La falacia de poner distancia, el esfuerzo por distanciarse a mirar cuando no hay distancia en absoluto entre eso que sucede y yo, y nosotros. Por eso el conocimiento no es tal, por lo menos si tiene algo que ver -que parece que sí- con conocimiento de lo Real.
Ahora podría hacer como Descartes y sacarme, casi lo hago, un conejo de la chistera, pero basta de impostura. Hay que conformarse con ese conocimiento parcial y maquillado, y bueno, dejar la Verdad en otro plano, sólo accesible para otras especies y, cómo no, para el ejército de papanatas que ya nos ha vencido y que ahora, además, quiere que firmemos nuestra derrota.
Y no, yo no firmo. Ni, por cierto, les canto mi canción.