martes, 20 de octubre de 2015

anhelo de momentos encontrados

Basta con una pequeña estupidez para darte cuenta de cuán estúpido es el mundo, y basta con poner la vista en cualquier insignificante detalle para darte cuenta de su insultante belleza. Insoportable y apasionante, a veces lo uno, a veces lo otro. También hay momentos (la mayoría, por cierto) en los que el mundo simplemente está y en los que tú estás con él, simplemente, como si fueras una vaca paciendo, en ataraxia... Ya mandé a tomar por culo la ataraxia alguna vez, y por eso esa mayoría de momentos en los que la vida no tira de mí ni yo de ella, en los que no capto ni estupidez ni belleza, me resultan momentos, nunca mejor dicho, perdidos.