martes, 31 de mayo de 2022

la absurda ofensa de unos perros que ladran

Sorprende la delgadez que ha adquirido la piel en estos tiempos posfundacionales. Quedarnos sin verdades rotundas no ha contribuido a hacernos más libres. Nunca las estupideces habían tenido tanta audiencia ni habían afectado tanto como parece que lo hacen ahora. Yo vengo de un tiempo en que se menospreciaban y ya está. Ahora la tribu de los que se ofenden, que crece y crece y crece, contribuye a difundirlas y a multiplicarlas.  Se busca una bandera tras la que posicionarse y, sobretodo, se busca con ahínco a alguien que la ataque para denunciarlo. Parece que eso sea lo realmente relevante, como si se necesitaran los ladridos del perro para certificar que se cabalga. Pero se cabalga aunque ningún perro ladre. Es más, puede que la libertad sea cabalgar al margen de si hay perros o no que ladren, duerman o hagan lo que les plazca.