domingo, 18 de diciembre de 2016

el Fedón como amigo invisible

Hacia atrás todo son barcos naufragados y hacia delante barcos por naufragar. El recuerdo de las batallas ya perdidas y también de las batallas que perderás es claro y evidente, como también lo es el rancio olor que desprenden los desastres cotidianos. Y, sin embargo, insistes con un nuevo farol que todos ya han calado; marcadas están las cartas, de la misma manera que lo han estado siempre. Y lo sabes porque, en realidad, lo has sabido siempre. Pero no importa, o sí, qué más da, hay que defender ese farol hasta el final.
¿Quién sabe? Quizás esta vez... Voilà, el "bien precioso con el que debe uno encantarse a sí mismo", querido Critias.

jueves, 24 de noviembre de 2016

un currículum para Epicuro

Acaso la conversación se quedó en el siglo que dejamos, cuando el personaje todavía no se había hecho con el dominio y uno se veía a sí mismo sin la asquerosa seriedad a la que obliga peinar canas. Acaso también la informalidad y el descaro, la brecha por la que eso que eras buscaba huir del papel que tenía asignado. Y sí, es cierto e irrefutable que lo que allí se quedó fue la juventud, pero también que no hay una época más espantosa que la juventud, y que precisamente ahora, cuando eres tú el que decides si se puede, o no, comer una naranja, por ejemplo, antes o después de la leche, ahora que podrías mandar a tomar por culo a todos los que se escandalizan al escuchar, o proferir, "caca", "pedo" o "coño", ahora cierras la boca o, peor, la tapas con una mano si se dice "caca", "pedo" o "coño", escandalizado.
Pero aún estás a tiempo. Siempre has sabido que hacerse viejo es un regalo y que la única forma de malograrlo es creerte el tinglado, sucumbir. Es ahí donde ayuda el otro con el que conversamos, pero ya no hay otro y quizá tampoco lo hubo el siglo pasado.  

lunes, 24 de octubre de 2016

bohemios con seguridad social

Normalmente ocupan mesas apartadas y se los representa con una botella de vino y un vaso medio lleno, con un lápiz en una mano y la cabeza apoyada en la otra. En la mesa hay también unos papeles que, si los miras concienzudamente, aventuran reflexiones, quizás aforismos, porque no parece un teorema ni un artículo ni un relato ni un poema lo que allí aparece. Están ellos y el resto, que ni se ha fijado que en una esquina hay un tipo solitario. La ignorancia es compartido. Ellos tampoco podrían cuantificar ese resto, o sólo como una parte más del Universo, que es lo que buscan atrapar las palabras que de tanto en tanto garabatean. Por último, nunca aparecen en manada, acaso porque la manada los rechazó o porque ellos se apartaron, pero solos, siempre solos ellos y sus cuadernos, pasando frío cuando hace frío y calor cuando hace calor.
Esto último es lo que más los diferencia, quizá lo único, de nosotros, los bohemios de la tecnología y el mejorestar, que escribimos blogs como este para pisar el mismo Café que Balzac, o el de cualquier otro.

sábado, 15 de octubre de 2016

de copas con Parménides

Podría escribir que a Dylan le han dado el Nobel, o que la democracia comienza a defraudar a sus defensores porque, qué ignorancia, el pueblo vota lo que le da la gana, o que el terrorismo tiene unas causas desconocidas o, acaso, tan evidentes que pasan desapercibidas. o que ese que anda por ahí se ha entregado a Dionisio, tal y como anuncia su Facebook, o que el Procés Sobiranista sigue su curso y se aproxima, ya tiene fecha, el colapso, o qué sé yo, podría escribir sobre miles de cosas que pasan cada día, miles de sucesos que se suceden en todo el mundo y miles de relatos que los cuentan (todos interesados), y todo eso me interesa, todo, pero no para escribir sobre ello, no como tema. Alguna vez, quizá, lo haya hecho, pero mi tema no es la realidad cotidiana, no es lo que pasa fuera. A mí me interesa lo que pasa dentro, y lo que pasa continuamente, pase lo que pase fuera.
(Por cierto, a mí Bob Dylan me encanta, pero el Nobel de literatura, ¿en serio?).

domingo, 25 de septiembre de 2016

el rastrillo de Diderot

Y, sin embargo, hay margen de maniobra, pequeño, sepultado entre la insondable unanimidad del desdén, oculto y esquivo. Es la evidencia del libre albedrío y la condición de posibilidad para el mitocidio o, seamos sutiles, para eliminar el poso que dejó su asesinato y que permanece incrustado como eco de todos aquellos que perdieron culto, en algún lugar de mis adentros. Y aunque la mayoría de las veces la pereza y la indiferencia se impongan, yo sé cómo llegar a ese margen. Es como entrar en la rama de un árbol a la que el viento silba. Pero dura poco. Quizá lo suficiente.
Cátelo. Lea a Diderot, por ejemplo.  

viernes, 23 de septiembre de 2016

el café de media tarde

El anhelo, y la pereza, y la indiferencia. Un deambular hacía un lugar deseado y desconocido desde el sofá de casa, a desgana. Y venga años, uno tras otro, y acumular playas sobre panellets y uvas de fin de año, y tener desesperados a unos personajes que creaste como respuesta a ese instante en que la elección perdió su veto y liberó el silencio que, es así, siempre sale derrotado. Y es que no hay quien pueda con el bullicio, con la prisa, con el anhelo de llegar a ningún sitio. Al menos yo no. De ahí la indiferencia, el dejarse llevar (por supuesto, más acá del Tao).

martes, 30 de agosto de 2016

la posibilidad de no escribir como fundamento

A vueltas con las visiones y las miradas... y con la novela, como vehículo de transmisión. La mayoría de escritores afirman escribir porque quieren transmitir una visión, la suya, del mundo. Además lo hacen. dicen, siguiendo el llamado misterioso de una necesidad interna y, a la vez, trascendente -alguien los eligió y ellos se entregaron.
Ahora bien, hay escritores que no buscan transmitir nada a nadie. Yo, por ejemplo. Yo no escribo impulsado por una orden ineludible y necesaria, sino porque quiero. Y en el momento en que no quiera, dejaré de hacerlo y no tendré que vérmelas con úlceras o expresiones neuróticas de una ansiosa vocación insatisfecha. Escribo novelas, y también este blog, para descubrir una visión mediante la cual ver el mundo; no para decirle algo a alguien, sino para decirme algo a mí, aunque sea poco.  

martes, 23 de agosto de 2016

simposio del bla bla bla

Los acontecederes se presentan por igual, aunque ahora (como siempre) haya tantos relatos como personas habitamos este mundo. Hay visiones del mundo más o menos compartidas, pero toda visión del mundo se acompaña de una mirada particular, única y concreta que, además, ansía por imponerse. Por eso la comunicación es siempre un intento de captación y todo hablante un propagandista. Por eso dijeron que "el que sabe no habla, y el que habla no sabe". Por eso yo hablo, aunque sea por escrito.  

jueves, 14 de julio de 2016

ecos que sostienen intemperies

Quien busque con el conocimiento la certeza (me ha dado vergüenza escribir "la verdad") ha de saber que sucumbirá a la mentira y mostrará hallazgos mentirosos, o que sucumbirá a la frustración y mostrará rabia y rencor. Hay otras formas de dar con la verdad (me he desecho del pudor que me acechaba en la primera frase). De hecho todo, menos el conocimiento, te lleva a ella. O dicho de otra manera, sólo el conocimiento te saca de ella. Y te pone (qué le vamos a hacer) a la intemperie. Pero hay vida a la intemperie. De hecho, me atrevería a decir que sólo hay vida a la intemperie.
Creo que esto es así, y me consuela saber que antes que yo cientos y cientos de filósofos, científicos y escritores han dicho lo mismo.

jueves, 2 de junio de 2016

la casinización de las experiencias

Se imponen las interpretaciones bélicas como sustrato del espectáculo, se impone la dicotomía y la ruptura en la concanetación de sucesos con los que se compone el relato. Pero, quizá por eso mismo, se vislumbra una feliz desgana que comienza a sospechar que lo que se nos dice no es como se nos dice o, al menos, que quien nos lo dice tiene intereses que pueden venir con el decir y, por lo tanto, que su decir es un decir interesado. Grandes grupos empresariales, sí, y pequeños grupos empresariales y no empresariales y hasta yo, y hasta tú, claro que sí. Optar por la sospecha es la única salida. O por la apuesta. Yo apuesto siempre por los relatos que respetan la estética para engañarme. Apuesto por la belleza, que también es mentira.

domingo, 22 de mayo de 2016

la sorpresa narrativa

Quizá las mejores son aquellas donde las frases esconden una historia, aquellas donde lo que se cuenta, en realidad, no se cuenta, porque viene debajo, detrás o a los lados de las palabras. Como si lo relevante se narrara con los espacios en blanco que las separan.
Quizá las mejores son aquellas que cuentan aquello que sus escritores no quieren contar, o no pueden contar porque lo desconocen, pero que, sin embargo, cuentan, y además cuentan siempre.
Y es que para mí la novela es una herramienta de autoconocimiento, y por eso me alejo de ceñir mi narración a ningún plan previo y bien delimitado. A mí me gusta escribir sin corsé, a ver qué cuento cuando creo estar contando otra cosa.  

sábado, 9 de abril de 2016

las sombras que quizá sean sombras

Libre es la indagación y la mirada: uno ve lo que quiere, aunque puede que el horizonte posible de su visión esté allí puesto interesadamente y, en ese caso, uno ve lo que se quiere que vea y nada más, con lo cual, la indagación y la mirada nacen cautivas. Platón lo tenía claro, o al menos el Platón que mostraba la vida en la Caverna. La duda viene porque hay quien leyó y estudió la Caverna y se blindó para ver las sombras y constatar el engaño, y al menos este debe ver lo que quiere y no lo que se quiera que vea, al menos para este la indagación puede descubrirle algún que otro cable de la gran tramolla. 
En realidad, tanto da: son tantos los relatos y las narrativas que vemos y que puede que nos oculten, son tantas las palabras y tan escaso el silencio, es tanta la duda y tan soberbia la certeza que a lo mejor basta con no sucumbir a la locura.  

domingo, 20 de marzo de 2016

loa al estado mental

Esos otros que pude ser yo, con sus quehaceres que podrían haber sido los míos, constatan la azarosa construcción del uno mismo, que es lo que es a consecuencia de los múltiples accidentes que suceden y, por lo mismo, le suceden. Como un plástico en el mar, va donde va aunque no quiera ir a ningún sitio. Necesariamente somos lo que la causalidad ha hecho que seamos, y nunca sabremos qué seríamos si nada hubiera afectado nuestra naturaleza esencial, aunque, a decir verdad, en ese caso sí sabemos lo que seriamos: nada. Eso tan cacareado y absurdamente anhelado y vendido y comprado... hen kai pan, uno con el todo.
Es decir, la vida rompe con la nada, azarosamente, y azarosamente vuelve hacia ella. Y la libertad es un sueño que pasa en el trayecto, un estado mental.

miércoles, 16 de marzo de 2016

el palco esférico más allá del cual se deviene profeta

En el otro lado de las novelas he visto que son numerosas las maneras que existen para acercarse a ese lugar que todo escritor busca con más o menos ahínco, que no es otro que el palco desde el que se dice que puede verse, de tanto en tanto, la verdad primera y esencial. Pero al desconocer cuál es ésta, nunca hubo escritor que lo alcanzara. Es lo que le diferencia del profeta, que no hace literatura sino religión. Es la diferencia entre libertad y necesidad, entre sorpresa y encuentro, y revelación y mensaje.
Pues bien, hay muchas maneras de acercarse a esos horizontes posibles de libertad y asalto, o al menos eso es lo que me muestran a mí formas tan dispares de narrar como las de Kafka, Racine, Proust, Joyce, Cervantes o tantos otros, todos diferentes, como puntos de una esfera que se va perfilando en torno a la verdad primera y esencial, puntos alejados entre sí pero a una misma distancia de un mismo centro.


martes, 23 de febrero de 2016

la triste necesidad de no poderse sorprender

La literatura está lejos ahora, aunque puede que siempre lo haya estado. Está, eso se sabe, pero a veces ha estado mucho menos lejos que ahora. Sería mucho más fácil si mis personajes me exigieran que siguiera con ellos, que tuvieran ansia por saber de sus vidas y me empujaran enfermizamente al arte de la creación. Sería mucho más fácil, sí, pero yo sería otro esclavo de la necesidad, uno más.
Mi novela está ahora más lejos que otras veces, sí, pero también se escribe, y eso quien escribe lo sabe, cuando no se escribe.

miércoles, 27 de enero de 2016

al principio fueron las uñas y al final lo de siempre

El conocimiento, si me apuran la sabiduría, está bajo las rocas, y sólo se alcanza rasgando con las uñas y tiñendo de la sangre de nuestra piel rasgada el agujero que vamos abriendo. Y has de saber que jamás se llega al otro lado y ser consciente de eso mientras rasgas. Y has de seguir rasgando y rasgando hasta que te mueras, sin abandonar nunca. Eso no te va a hacer más feliz, por supuesto, ni más alegre ni más inteligente ni más listo. Puede que tampoco te haga más desgraciado, ni más triste ni más tonto. Es decir, en el fondo no sirve para nada. Sin embargo, y ya alguien lo dijo, lo cambia todo.

lunes, 25 de enero de 2016

la sinrazón como evidencia de una innecesaria indagación

Si fuéramos gente seria (imaginemos que sumando por ahí haya un "nosotros") no se nos hubiera ocurrido jamás escribir una puta línea. Ya que no nos mueve la necesidad ni una amenaza de combustión interna, ya que sólo escribimos porque nos da la gana y, sobretodo, porque podríamos vivir perfectamente sin hacerlo, después de leer tanto y tan bueno hay que ser poco serio para ponerse a escribir.
¿Por qué, entonces, hacerlo? (siempre me gusta llegar hasta aquí) Pues porque sí, ¿te parece poco?