sábado, 25 de septiembre de 2010

argucuento salmódico

La manifestación de la complejidad y la incertidumbre no le siente bien a la Democracia. Unos se esfuerzan en mantener las mismas proclamas de hace cincuenta años y los otros de hace diez o doce Concilios. Y de un sombrero de copa aparecen líderes que pintan a martillazos nuestra época con certezas infantiles que, sorprendentemente, siguen cuajando: nos hablan del "hombre del saco", de una gran variedad de ellos, y nosotros ansiamos que se multipliquen los uniformes.
Es así, la complejidad y la incertidumbre se llevan muy mal con el miedo, los gritos y las prisas.
O dejamos de gritar y logramos controlar el miedo, nuevamente, o el delirio conseguirá embriagarnos a todos y ya no quedará nadie que pueda escribir, al final, "Érase una vez...".

martes, 21 de septiembre de 2010

teoría de la ficción autónoma

De nuevo se atascó la historia que narro y que me narra. Otra vez mis personajes no son capaces de hacer nada. Es como si se vieran afectados por mi experiencia con el  hombre de fe que vino de oriente, lo que implicaría que los personajes son sólo una extensión del que los crea y responden a su voluntad. No, me niego a creer que ellos son yo -allá Flaubert con su duplicidad- porque, entonces, no habría lugar para el descubrimiento y las novelas que uno escribe serían meros ejercicios de re-conocimiento. No, hay un saber oculto en las historias de ficción que tiene que ver con el recorrido autónomo del Ser y, por eso, escribir es auto-conocimiento.  

jueves, 16 de septiembre de 2010

barbarieland

Dejar atrás los caminos donde todas las cosas se saben y adentrarse hacia lo desconocido por la oscura vereda que se abre bajo el cartel con la prohibición de no pasar, donde no hay que sortear más querubines que los que coloca de guardia tu vergonzosa cobardía.
Salir de este simulacro donde, por ejemplo, un pirado con pretensiones incendiarias activa la alerta de todos los que custodian el cetro de sus coronas. Avicena y su primo Averroes se niegan a dar crédito al ejército de los bienpensantes que se han alzado porque quieren hacernos creer que quemar un libro puede dañar a Dios y despertar a la bestia inexistente de un pueblo ilustrado, como si no fuera nuestra responsabilidad haber colocado ahí ese monstruo. Dejar atrás con un largo vómito, también, un país como este en el que vivo, donde sus políticos se han blindado para que nadie pueda silbarles mientras pasean sus trajes ofrendando a uno de sus héroes, el pasado día 11, Diada Nacional de Catalunya.
Cosas como estas hacen que el cartel de "No pasar" grite "Adelante", cosas como estas y otras que callo que hacen que eso que llamamos civilización sea sólo un nuevo eufemismo para nombrar la misma barbarie de siempre.

martes, 7 de septiembre de 2010

nuevo elogio de la duda

No se trata de zanjar la duda y la incertidumbre que la acompaña, de ponerle un punto final. No se trata de convertirnos en prestidigitadores como Descartes y sacarnos a un Dios de la chistera.
Somos animales que pensamos y, por lo mismo, la duda y la incertidumbre es nuestro estado natural.
Hay que vivir con ello, es decir, que esos atributos que nos conforman no nos impidan actuar: no una duda paralizante, sino una duda incitadora a la acción, que siempre estará expuesta al error.
¿Y? Pues nada, que si fuera de otra forma vivir sería un previsible tránsito de la nada a la nada rebosante de aburrimiento.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Virtud teologal

Bebí, de nuevo, esas aguas que vienen de oriente, sin causarlo: conocí a alguien que bebió, bebe y beberá siempre de esas fuentes. Esta vez, mi bicha pirrónica se encontró con un hombre de fe y salió escaldada en más de una ocasión, con lo sencillo que había resultado, antes, salir victoriosa frente a diversos textos sagrados. Estaría bien recuperar la fe, volver a disponer de un corazón custodiando el azar. Estaría bien poseer, nuevamente, la Verdad.
Pero, por ahora, sigo eligiendo Fuga como única instancia en la que instalarme, y en Fuga somos curiosos y mantenemos la capacidad de admirarnos y asombrarnos ante casi todo lo existente, y sí, respetamos al Buda que nos dice que todo es impermanente, porque en Fuga somos educados y él respetaría que le contestáramos "¿y si no?".