viernes, 28 de mayo de 2010

zahorí (¿2?)

Sucumbir al camino errante que va de la cosa al concepto, del hecho a la narración del hecho y hacerlo decididamente y con gusto. Eso es escribir, y hay que saber, si uno se va a dedicar a esto, que lo real siempre quedará oculto bajo las palabras con las que pretendemos aprehenderlo. Es una labor que nace fracasada, pero insistimos y perserveramos, porque a veces pasa que el azar permite que algún escritor diga algo de lo indecible, explique algo de lo inefable, y es posible que no sea hasta décadas después que advierta que allí, en aquella frase, o en aquel párrafo, lo consiguió.

viernes, 21 de mayo de 2010

teorema del antibalbuceo

Si busco mi eje rector - el de alguien que al escribir se piensa- veo que se construye entorno a la destrucción de evidencias, el antidogmatismo. No hay mayor placer que acabar el día con la certeza de haber desarmado el mejor de tus argumentos. Pero esto es un juego tramposo, porque al día siguiente, siguiendo la misma lógica, ese argumento volverá a su lugar porque desargumentarás la desargumentación.
Por lo tanto, la destrucción de evidencias, el antidogmatismo, es en sí mismo un eje rector que te asegura no moverte nunca del mismo sitio.
Hay que indagar por ahí y buscar algo nuevo que faculte superar la trampa, quizá fundamentarlo lejos del concepto de "evidencia", ni para destruirla ni para acentuarla.
Por lo tanto, si busco mi eje rector -el de alguien que al escribir se piensa- no encuentro nada, lo cual, por cierto, me permite/me obliga/me facilita seguir escribiendo.

viernes, 14 de mayo de 2010

la farsa perenne

Todavía se me llena la boca con la impostura que quiero ocultar. Unto mi voz en un jabón mieloso para seguir simulando, como si todavía no supiera que es justo lo contrario. Pero acaso uno no pueda desprenderse de ese ligero aura de inmortalidad que otorgan los fastos y los oropeles, acaso no pueda invisibilizarse en el ágora, desprenderse de todo aquello que sabe puede interesar... En el fondo lo que queremos, acaso, es el anonimato conocido, que se diga de nosotros, cuando salimos, ahí va Jordi Lobo, un novelista que quiere ser anónimo.