Habrá que pararse aprovechando que todo se ha parado, y habrá que inventarse un relato que dote de sentido a la gran decepción, y habrá que aprender algo, por poco que sea. Por ejemplo, que hay virus inevitables porque lo que pasa, nos pasa ahora de manera inmediata, y hay virus opcionales, que pasan porque dejamos que pasen creyendo que, como han pasado siempre, son tan naturales e inevitables como los otros. Hablo de la estupidez, hablo de la mentira. ¿Cuántos muertos causaron y cuántos causan y cuántos seguirán causando? Virus culturales que impregnan la vida toda y la carcomen, pero parece fácil dudar de tu sabiduría y dejar de ser un estúpido, parece fácil no mentir... basta con callar. Parece fácil, y lo es.
jueves, 31 de diciembre de 2020
martes, 8 de diciembre de 2020
extrema memez y ultra estupidez
Nunca se fueron, pero la desvergüenza hace que parezca que hayan vuelto, con la misma cerrazón y rabia de siempre, con la misma soberbia y sordera de siempre, mostrándose amos de una verdad, una pura y descontaminada verdad, que requiere su imposición a garrotazos, Y si ahora abrazan como nunca la norma del 78, y la muestran en sus estandartes y la vociferan y la ensalzan y la defienden hasta la última gota de eso que tanto adoran y que llaman sangre es, sencillamente, porque ellos la hicieron y ellos la impusieron, porque es la suya y no quieren otra que sea de todos, también, por cierto, de ellos. No hay luz, no hay túnel. Es un callejón. Y no hay salida.
sábado, 28 de noviembre de 2020
aforo ilimitado con sesgo de indefinición
Hay miles de tús tras ese tú que ves. Miles de fragmentos revolotean y chocan entre sí mientras le hablas y mientras te habla. Luego piensas cómo puede entenderte nadie si tus propias palabras escapan de ese mismo galimatías. Todo lo que sucedió, te sucedió, y se mantiene ahí adentro compitiendo sutilmente por definirte. Y en el continuo las definiciones se superponen y se entrelazan, y podrías pensar que eso forma el tú que ves y el tú al que hablas y te habla, que el tú de afuera y el tú de adentro son uno y el mismo. Sí, esto podría ser. Pero no es mi caso. El yo que mira y el yo que habla y el yo que escucha es uno que se esfuerza, y a veces consigue, en ser mejor que todos los yos que quedan dentro, empanados o coléricos, y que si te entiendes, es posible hacerte entender.
viernes, 13 de noviembre de 2020
síes y sólo síes sobre la barra libre de nos
Lo cierto es que hay veces que el sí es rotundo, tanto que en nada quedan las innumerables veces que son no, aunque también es cierto que a veces son nos tímidos, débiles, sutiles, casi síes. Pero no son síes ni mucho menos esos que a veces, pocas, es cierto, se imponen sin matices. Y hay que mantenerlos vivos para que cada nuevo no que llega no venza para siempre y nos eche a un lado, junto a los asnos.
jueves, 5 de noviembre de 2020
risas, carcajadas y lágrimas tras cubrepantallas y fondo amarillo
Los amos conocen sobradamente el precio de sus caricias, y posan sus áureos brazos sobre lomos cobardes y anhelosos para asegurarse próximas obediencias. Siempre ha sido así. Siempre será así. “Dispara”. Y disparas, y luego esperas, como esperan los perros, el trozo de chocolatina y la media palmada. Los más osados fruncirán el ceño, pero disparan. Siempre se dispara si la orden es disparar. Y es que esa es la forma en la que sigue viviendo el dios muerto entre nosotros, la del fuego, el miedo y la obediencia, aliñada con memos citando memeces y un rebaño histérico con hiperbólicos emoticonos.
jueves, 1 de octubre de 2020
la noche sin parafernalia tras otro día logrado
En la plaza la muchedumbre urde su plan, y en los despachos, otras muchedumbres, el suyo. Se necesitan pancartas -gritan unos y otros- lemas, proclamas que hinchen pectorales. Hay que mantener vivos los corazones, piensan todos, porque la noche está al caer, y con ella, otra vez la realidad, y otra vez el deseo de libertad, ese que durante el día parece satisfacerse en todos los gritos y que, a oscuras, asume que todo no era más que farsa, la misma farsa de siempre.