miércoles, 25 de junio de 2014

un rayo entre plácidos y unánimes nubarrones

¿Dónde se encuentra la palanca que, de tanto en tanto, activa alguna zona del cerebro para vivir un soplo de lucidez? ¿Dónde está la cápsula iniciadora, dónde percutir, donde accionar para mantenerla activa?
Ese ver preclaro y efímero, ese contacto con el todo o con la nada que detiene el devenir martilleante de los acontecimientos y ofrece, de golpe, un sentido, un relato -o, mejor, el sentido, el relato- que se difumina en cuanto el instante desaparece y vuelves a ser tú... Que se difumina, es decir, que se convierte en palabras sin fuerza suficiente para seducir y embriagar a nuestra experiencia.
Aunque sospecho los riesgos, yo quiero y no puedo ver siempre como veo en esos momentos.