jueves, 27 de octubre de 2011

teoría del novelar(me) vacuo

Puede que el fracaso también se evidencie con el silencio que sigue a la pregunta "¿de qué van mis novelas?".
¿De qué van mis novelas? Sé que no puedo responder a esta pregunta, pero sé que yo estoy en ellas, no sé cómo, no sé dónde, y que, quizá, sólo sean relatos emancipatorios con los que involuntaria e infructuosamente intento cazarme a mí mismo. O quizá no, quizá sólo sea una manera ingrata de ceñirme nuevos yugos de palabrería y balbuceo.
En todo caso, esté o no esté, no puedo responder(me) de qué van mis novelas, por lo que puede (seguramente) que no vayan de nada. Bueno, eso no estaría nada mal.

lunes, 24 de octubre de 2011

usos y abusos letraconfesionales

La literatura como herramienta de ascesis o de locura, o como manual de instrucciones para indagarse y salir indemne, o no salir, o como pastilla que deshace el tedio que se avecina, por placer, a veces estético, otras, las más, indefinido. La literatura como vocación o como destino, como punto de salida o, es mi caso, de llegada y de permanencia, ya hasta el final.
Por elección lector, y por elección escritor: yo puse ahí esa bicha y le ofrecí mi mano para que la mordiera. Y lo hizo. Aunque, rectifico, escritor es Cervantes, o Sthendal, o Tolstoy, o Kundera o tantos otros. Así que, por elección lector y por elección, a veces, escribo.

jueves, 13 de octubre de 2011

ejercicio de emancipación innecesario

¿Hay alguien ahí que pudiendo escribir no escriba? ¿Existe alguien que se haya rebelado contra su vocación literaria, esa especie de llamada misteriosa y ajena que alguien coloca en alguien y lo convierte en una especie de autómata? ¿Alguien ha silenciado alguna vez y para siempre su necesidad de escribir?
Todos los escritores que afirman escribir por necesidad no, evidentemente. ¿Por qué habrían de hacerlo? ¡Qué estupidez!
Y sin embargo, la libertad, que es sobretodo elección...
Yo, sin poder escribir, escribo; sin ser elegido, elijo. Es mi dosis diaria de libertad, casi una migaja, un sorbo de rebelión en mi servidumbre cotidiana.

martes, 11 de octubre de 2011

un capullo entre algodones

Hoy, con el hambre todavía lejana, me apetece anunciar mi soberano desprecio por todos aquellos que siempre encuentran la responsabilidad de sus errores fuera de sí mismos. Son los multiplicadores de causas justificativas, los sufridores de conjuras cósmicas en su contra, siempre absolutorias, enemigos, al cabo, de la libertad. Porque la libertad es tanto gritar un "sí" como un "no", es tanto acertar como errar.
Por lo tanto, asumir como propios  los aciertos y eximirse de los errores es mutilar el sobado vocablo y, por lo mismo, mutilarse, renunciar a la oportunidad de desencapullarse.
(Desencapullarse, obligación a la que se entregan aquellos que, como yo, quieren encantarse con la quimera de ser libres).

miércoles, 5 de octubre de 2011

a este lado del espejo

Parece que ya se evidencia lo que era evidente. La luz al final del túnel que nos anunciaron que ya veían, sólo eran ecos de político enajenado. No vemos ni siquiera el túnel. Es más, no lo veremos nunca porque es un túnel que hay, primero, que escavar y cada uno debe escavar el suyo.
Vivimos una época excelente para la reflexión y para volver a ser capaces de adaptarnos a un nuevo medio, más peligroso porque parece el mismo medio de siempre, pero ya es otro. En todo caso, esto huele a vida, un olor penetrante y apabullante de historias y procesos.
El reto es ser capaces de no cagarnos de miedo ahora que se cierra disneylandia, el primer cierre unánime que ocurre, aquí, en cuarenta años.