lunes, 10 de febrero de 2014

el jardín de las delicias con fondo rojo

Yo no sé si es la economía, estúpido, o la política. Quizá la cultura, o la ciencia, puede que el arte. Quizá llevamos mal el paso de las generaciones y cada tanto hay que mandarlo todo a tomar por culo y comenzar de nuevo. Yo no sé si somos nosotros o si son ellos, o si todos a la vez o si, en realidad, no es nadie.
Si alguno de los Dioses que todavía mantienen su culto existiera, o si viéramos unas enormes cadenas ligándonos al fluir de los aconteceres, bueno, seríamos inocentes. (Eso no significa que ahora seamos culpables -si la libertad es lo que es, ¿quién puede ser, realmente, culpable?-, pero no somos inocentes).
La cosa es que toda la rabia y la violencia y los miedos y los gritos y la envidia y las mentiras continuadas y a todas horas y las verdades que no nos gustan están en algún sitio, acumulándose, poco a poco, hasta que, de golpe y sin saber cómo ni porqué, se liberen, y ya sabemos cómo comienzan y también cómo acaban esos ímpetus liberadores.

miércoles, 5 de febrero de 2014

un nosotros inexistente que sólo es un yo en proceso

Nosotros, los que escribimos en los márgenes del mundo un sinfín de notas a pie de página, soslayamos los tumultos que esta locura de cultura ha decidido como indicador de calidad para situarnos en un lugar lejano y nebuloso, ajenos a la búsqueda incesante de un nuevo lector. Sospecho que ustedes, como yo, saben que las circunstancias que te llevan arriba o abajo son independientes y caprichosas, y también que nada podemos hacer sobre ellas o, mejor, que nada queremos hacer sobre ellas, porque ya no somos suplicantes ni medradores, ya no mendicantes ni transformistas. Nos gustaría pensar que nos hemos liberado del placer insano que conlleva alcanzar púlpito o tribuna, y no, eso está fuera de nuestro alcance. De lo que nos hemos liberado es de continuar dando alimento al asno que todos llevamos dentro y que anhela eso, o estamos en ello.

sábado, 1 de febrero de 2014

la parada de Sísifo para el cigarro

Estancado en el proceso alquímico de la transmutación, si los blancos o los aires fueran materia convertible en palabras, que son siempre de oro. Machado simplemente hubiera escrito: "No escribo".
Entiéndase, escribo mucho, pero nada en mi última novela, que sigue cerrada en un archivo bajo esta pantalla, archivo que no abro desde hace meses. Es por el poco tiempo del que dispongo, me digo, pero sé que me estoy engañando, y entonces me digo que es verdad, que no tengo tiempo, y sé que eso también es mentira, y estoy a un solo instante de dejarme engañar con esa mentira, pero entonces suena Tom Waits, sonrío, y me digo que no escribo, es cierto, desde hace unos meses, también es cierto, pero ya escribiré, cuando quiera.