miércoles, 21 de marzo de 2007

a seis mil pies

Entender que la convicción arruina la fortaleza del argumento es un buen primer paso. Saber que llegar a ella sólo muestra una falsa llegada, condenados como estamos a fluir junto a la fluidez de nuestro pensamiento, es una buena manera de seguir. Por eso escribo, no porque tenga algo que decir, sino porque la efimeridad que me define se hizo con la verdad hace tiempo -sí, yo era un convencido-, y sólo el pasar de los años me libró de ella. Entonces comencé a escribir, más allá del bien y del mal, y sí, como Niestszche, cuando escribo me siento a "seis mil pies de los hombres y del tiempo".

viernes, 16 de marzo de 2007

camino del arjé

Hay que dar libertad a la historia, que sea ella quien guíe. A menudo el escritor se atrabanca, se obceca con un camino embrozado, y lo transita, casi sin aliento. ¿Cómo abandonarlo, si forma la estructura por donde quería guiar su historia? Fácil, rompiendo la estructura y dejándose llevar; que lo lleven las palabras donde ellas quieran.
¡Qué alivio descubrir, entonces, que escribir no es más que engarzar palabras que ya encontrarán su sentido! Lo ya escrito es lo único que cuenta, y eso que entrevemos, que casi ni soñamos, lo que marca el rumbo.
Y nuevamente la imaginación se hace con la victoria.
Y el arte a prescindir de lo obvio.
Y la ciencia a admitir complementariedad en su tarea, la gran tarea, la de explicar al hombre, la de explicarnos.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Fuga

A este lado del mundo se gritan vocablos incomprensibles, como siempre. Balbuceamos en voz alta porque, qué coño, la verdad es nuestra, y, efectivamente, el poseedor de ésta está en el deber de mostrarla, aunque sea a gritos.
Al escritor, sin embargo, se la suda la verdad e intenta acompañarse de aquellos que, como él, han escogido de patria a Fuga. Por eso el escritor está en deuda con Miguel Morey, porque le facilitó un pasaporte.

domingo, 11 de marzo de 2007

del principio de razón insuficiente

El escritor sabe que escribir es absurdo y por eso escribe. Si no fuera absurdo, ¿qué sentido tendría hacerlo? Y sin embargo, y por eso también escribe, los elementos de los que se vale, sus pinceles, sus colores, su mármol, son concretos, concisos, racionales.
El escritor respeta las reglas con las que libra las batallas que lo enfrentan a sí mismo, dice que "por un acto de libertad". Pero escribir no libera. Escuchar a Nick Cave, a Tom Waits, a Concha Piquer... eso sí, pero escribir es ponerse por escrito, enletrarse.
El escritor comprende entonces el juego, y le parece absurdo, y sí, por eso escribe.

lunes, 5 de marzo de 2007

del arcano

El escritor mira, perplejo, eso que le devuelve el papel, acaso un mensaje cifrado de la esencia que lo forma, o acaso nada de eso. El escritor mira su obra como otros miran los posos del café, o la circunvalación de los astros, porque quiere creer que allí está él, aunque cifrado.
El escritor descubre, entonces, que también escribe para gozar, como Pessoa, algunos parajes que le quedaron bien hace tiempo, alguna frase conseguida por el asombroso actuar del azar.
El escritor sabe, entonces, que cuando escribe, se escribe, que el creador nace y pervive en su creación.